sábado 23 noviembre 2024

Al ataque

La izquierda, unida o en desacuerdo, está preparada. El referéndum se ha convertido en su caballo de batalla. ¡Qué bien les ha venido la abdicación de Don Juan Carlos para hacerse notar! Eso es lo que ocurre a las minorías que si no es con ruido, no hay otra manera de acceder a primera fila para tenerse en cuenta en las decisiones gubernamentales. Y aunque su techo haya subido por los vaivenes que la crisis le está zumbando a todos los que tienen alguna responsabilidad, lejos está de tener una representación que le permita cambiar el curso a medio plazo. Y para colmo sus dirigentes se confunden con palabras claras y compatibles como son monarquía y democracia. La primera la hacen sinónima de dictadura, que se sepa, alguna en el continente asiático puede que ambos conceptos los lleve más o menos parejos. Pero Europa tiene un recorrido de siglos de cabezas reinantes y democracia que ojalá con el tiempo nos contemos entre ellas. Y la república que clama la izquierda, también tiene unos ejemplos que Dios ampare a quienes se encuentren bajo sus dominios. Nada hay perfecto, sin embargo, tirar por la borda lo que medio funciona es muy osado en los tiempos que nos está tocando vivir.
 
Si los países más avanzados, entre ellos EEUU tiene una constitución longeva, retocada con enmiendas, ¿por qué aquí la nuestra que es tan joven no sirve ya? La historia cuenta que somos poco disciplinados y aquí la carta magna no la dejamos que se haga mayor, un desatino. Fijar las normas de convivencia que tiene un pueblo, enmarcadas por la igualdad es el mayor triunfo para el avance de las naciones. El papel representativo ¿qué más da que sea un rey o un presidente? Nuestro rey ha funcionado muy bien en los duros momentos por los que hemos atravesado y en el papel de diplomático, matrícula cum laude. Hay que darle la oportunidad al hijo, la estabilidad del País es mucho, infinitamente más importante que todos los vociferos, jaleosos y contrarios que quieren dar la imagen de que seguimos siendo demasiado primitivos, aunque no estemos muy lejos de ello, no nos gusta que nos lo recuerden. Y la bandera republicana tiene su sitio en el cajón para que quede bien guardadita.
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