sábado 23 noviembre 2024
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Melancolía de arena

La vi triste. Leía un libro de muchas páginas pero no pasaba ninguna. 
El viento ausente, no molestaba al estático papel. Mi ventaja, unas enormes gafas de sol, graduadas por cierto, que me esconden del mundo mientras observo.
 
Me atreví a imaginar que tal vez en ellas escondiera una fotografía, una nota de un ser amado y me reí de este pensamiento. Ya nadie guarda fotos entre las páginas de un libro y mucho menos mensajes escritos en papel. Debía ser el último romántico, el único ser en aquella playa, que no tuviera móvil de última generación. 
 
Llego la orilla de arena volcánica y ella sigue sosteniendo con melancolía el libro y no apartaba la mirada de aquella página. Se acerca por el Este una niebla suspendida llena de buenos augurios.
 
Ella se levanta, cierra el libro. “Homero” leo con claridad. Lo deja en el filo de la tumbona llena de rayas coloristas. Se acerca a la orilla lánguidamente. Como si fuera extraña a todo lo que le rodea. Enciende un cigarro y exhala el humo hacia la última luz del crepúsculo.
– ¿Fumas? Atónito me quedo. La tengo al lado. Si digo no, se corta el fino hilo conductor que me une a aquella mujer de bañador negro. Si mi respuesta es afirmativa tal vez logre hacerla salir del silencio y de las leyendas homéricas. Eso sí, yo toseré como un novato. Años ha que no echo ni una calada.
-Sí, gracias. Y me da fuego mirando mi camisa a cuadros y mis bermudas de flores hawaianas.
 
-¿Eres de por aquí? Ya está hecho, ahora tengo que andarme con pies de plomo. 
-Sí, bueno, tengo por aquí cerca un apartamento y paso largas temporadas en estas playas mediterráneas. 
-Y… ¿qué haces…?
 
-Estoy jubilado, aunque en mi profesión uno no se jubila nunca.
-¡Ah!Demoledor. Actúa rápido Mateo. ¡¡Mira que jubilarte!! Enróllate tío.
-Soy médico. Y por cierto a mí también me gusta Homero. Digo señalando con un gesto de mi mano con cigarrillo su libro ahora callado sobre la colchoneta. Se ríe. Sigue riendo. No está triste o lo disimula muy bien.
-No es un libro de Homero. Es una funda hecha para la tablet. Estaba consultando mis mensajes. Me he pedido unos días y me he venido al sur. Estoy en el hotel. Y señala la fachada que está detrás de las tumbonas, oye, ¿te tomas una cerveza conmigo?
¡Ay Mateo qué viejo estás y que poca práctica tienes! Ahora o nunca.
 
-Me encantaría. Las gaviotas se miran en el mar que ahora está plateado y quieto.  Ojos de topacio. Pareo inteligente. Silueta fácil. Pies húmedos. De desánimo, nada de nada. 
¿Melancolía? Anda Mateo, ponte al día, chaval. 
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