Me vuelve loco la comida rápida, cuando salgo a dar una vuelta prefiero deleitarme con algo sabroso. A Paula, la chica con la que llevo viviendo dos años, no le gustan estos hábitos alimenticios. Dice que ese tipo de comida es poco saludable y de origen dudoso. ¿Qué sabrá ella? Es vegetariana.
Cuando entro en casa y sospecha que he caído en la tentación, me dice gritando que se esfuerza en comprar comida para mí y que soy muy desconsiderado saliendo para comer porquerías. Más de una vez no me ha dejado entrar en casa, haciéndome pasar la noche fuera. Pero la verdad es que la quiero, y ella a mí; al día siguiente, por la mañana, me muestro arrepentido. Después, todo se transforma en caricias y besos.
Creo que este tema empieza a obsesionarme, ahora estoy en la cama con Paula que duerme plácidamente abrazada a mi cuerpo y no puedo pegar ojo. Miro la ventana pensando en escapar, para echarle la zarpa encima a un rápido y jugoso ratón, porque la comida sabe mejor cuando la cazo yo.
