viernes 22 noviembre 2024

Con el tiempo

Como un coro que fuese agudizando sus voces hasta romper el cristal en mil pedazos, así estallaron en la mente de María las palabras que le anunciaban la muerte de Carlos. Caminando por el pasillo interminable del hospital, el médico hizo un relato nítido y definitivo de las heridas mortales que presentaba.

“La curva es muy cerrada, tomó una copa, sólo una, o quizá fuese el pesado sueño de la madrugada, no sé qué pudo pasar. Lo siento, María, la ambulancia llegó en unos minutos, has visto lo cerca que está el hospital, pero nada se pudo hacer. No iba a gran velocidad, ha tenido la mala suerte de dar con uno de los pocos árboles que hay de camino a casa”. –El que hablaba, nervioso y hundido, era Juan, el amigo de Carlos que conducía su coche justo detrás de él y lo vio todo.

Tras superar los largos trámites burocráticos que implicó la muerte de Carlos, María se entregó a la pintura. La pintura siempre la ha salvado en los malos momentos. La psicóloga se lo prescribió, tras preguntarle qué era lo que más le llenaba. El primer día que fue a la consulta y estuvo más de media hora dando vueltas, mirando sin ver el pisapapeles que presidía la mesa.
Cada día, como un ritual, prepara los colores, los mezcla y estudia, hace y deshace hasta ensimismarse, luego coge el pincel y empieza o retomar algún cuadro. Confía en la pintura y en que pase el tiempo, esa mano experta que recompone los rotos y suaviza las cicatrices.
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