jueves 21 noviembre 2024
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Segundo domingo de Cuaresma: Con la transfiguración podemos ver el sentido de la muerte de Jesús

Estamos en Cuaresma, camino de conversión. Pero, como en cualquier camino humano, mal podemos avanzar por el camino cuaresmal si no sabemos, la belleza, la grandeza, lo positivo de nuestra meta. La Cuaresma es un camino. Es necesario intuir lo mejor del horizonte si queremos avanzar por ese camino. 

Ése es el sentido de la transfiguración de Jesús ante sus principales discípulos: mostrarles el objetivo de su cruz, la necesidad de acogerla. La transfiguración es una muestra de la gloria que le corresponde ciertamente a Jesús el Cristo como Hijo de Dios para que cuando llegue la cruz la fe no muera. Este relato de la transfiguración viene a recordarnos cuál es el objetivo de nuestra cuaresma: llegar a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado. 
Esa fe es la clave para entenderlo todo. Abrahán no llegará a rebasar el límite y por la gracia y misericordia de Dios no tendrá que sacrificar a su hijo. Pero aquí hay una prueba aún mayor: Dios mismo si rebasará ese límite para mostrar hasta qué punto nos ama y hasta qué punto se ha comprometido… 
 
Así, sabiendo que podremos experimentar con gozo sus maravillas tendremos fuerza y esperanza para avanzar entre las dificultades de la vida. Con la transfiguración podemos ver el sentido de la muerte de Jesús: esa muerte va a ser un fracaso a los ojos de los hombres y un motivo de escándalo para muchos, incluidos sus discípulos; pero a los ojos de Dios, esa muerte será el umbral del triunfo. 
De todo esto ya tuvieron experiencia Abrahán e Isaac, según se nos narra en la primera lectura; Abrahán debió tener un momento de profunda inquietud y desconcierto ante la prueba, pero confió en el Señor. 
Esa fe es la clave para entenderlo todo. Abrahán no llegará a rebasar el límite y por la gracia y misericordia de Dios no tendrá que sacrificar a su hijo. Pero aquí hay una prueba aún mayor: Dios mismo si rebasará ese límite para mostrar hasta qué punto nos ama y hasta qué punto se ha comprometido con nosotros. 
 
Dios se nos entrega en Cristo de una manera total. La cruz es el signo de ese amor redentor. Sólo la resurrección manifestará plenamente el significado profundo de la cruz; pero la transfiguración lo anticipa ya.
Apreciamos en el Evangelio que los discípulos seguían sin entender. Nosotros, desgraciadamente, a veces estamos en una situación parecida de falta de fe, de confianza, de luz para comprender los caminos del Señor. 
 
Esto que nos ocurre es por resistirnos a aceptar la cruz. Que el camino cuaresmal nos haga comprender el misterio que encierra la cruz. Sólo desde la cruz veremos la gloria.
 
padre carmelita ANTONIO JIMÉNEZ 
 
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