La final de la Copa de Su Majestad El Rey, respondió a lo que una mayoría se esperaba: pitada monumental cuando sonaba el Himno Nacional y aparecía El Rey Don Felipe. Mientras sonaba, las cámaras se recrearon en diversas caras: el imbécil de Mas, riendo; el “aforado” en razón a lo que representa, Bartomeu, con cara de idiota, pero sin dejar ocultar su “estar a gusto”, sin que nos expliquemos por qué; el delantero Adúriz, esbozando una estúpida sonrisa, sin que se sepan los motivos, salvo que sea lo que nos maliciamos muchos: a gusto por la demostración de su oposición ante el Jefe del Estado.
De momento, el presidente de la Comisión antiviolencia anunció medidas lógicas: si insulta usted a un jugador en un campo, le multan, cierran el campo o la grada y anuncian multas al Club. Lo consideramos lógico, aunque eso pase en todos sitios menos en el Nou Camp, que tiene pendiente un cierre por dos partidos, de cuando le tiraron la cabeza de cochinillo a Figo, del Madrid, sin que nadie haya tenido lo que hace falta para obligar al cierre, ni para explicar por qué no lo hace. Bueno; pues insultar al Rey y al resto de los españoles pitando su Himno, no tiene sanción y lo que parecía iba a ser algo inmediato se dilata, anunciando, una apertura de informes, que nos suena a dilatar la cosa, propiciando pase el tiempo que, dicen, lo borra todo. Mala situación, que no ocurriría en Estados Unidos ni en Francia, ni en Rusia, ni en Alemania ni en países civilizados, donde la bandera figura ¡hasta en las iglesias!, por representar al país en cuestión.
La vicepresidenta del Gobierno –¡qué decepción!– salva de la ruina a “El País” o a la Sexta, auténticos nidos de víboras criticando al partido, al gobierno al que deben no desaparecer agobiados por sus deudas, que no paga el Gobierno de su bolsillo, sino mal administrando el dinero de los españoles, mientras roza la prevaricación –no es el único caso, por cierto— concediendo anuncios oficiales para “algunos” que deberían repartir entre todos los medios. La situación no se la explican ni los propios afiliados al PP.
En Madrid y Barcelona, pueden mandar candidatas que no fueron ni primeras, ni segundas en votos, mientras el PSOE en unos sitios y el PP en otros, “flirtean” con un partido que ocultó su nombre en lo que se ha llamado “marcas blancas” y ahora saca pecho como si hubieran llevado su marca. Dicho en otras palabras, lo que votaron madrileños o barceloneses no ha servido para nada pues quienes manejan los votos hacen juegos malabares para obtener lo que ellos quieren.
Pues ya mismo nos pedirán, todos de nuevo los votos. Reflexionemos si vale la pena votar, tomemos medidas para que no se repitan estas situaciones. Exijamos que la Democracia sea tal, pero de verdad, y no que manipulen los votos, o lo que es igual que nos manipulen a nosotros, en beneficio propio. Porque ya es hora de ir pesando en las próximas Elecciones.