Hoy sábado 13 toman posesión los “nuevos” Ayuntamientos surgidos –es un decir— de las pasadas Elecciones Municipal, del 24 de mayo. Aclaremos lo de “es un decir”, porque, aunque se esté pendientes de convenios, pactos y componendas de última hora, no van a salir los que sería lógico salieran, es decir, las candidaturas más votadas, sino las que acuerden los partidos políticos que entraron en los Comicios, una vez que se dediquen a lo que eufemísticamente llaman “cambiar cromos”: yo te doy mi voto para que gobiernes en… y tú me lo das a mí para que yo lo haga en… Lo cual, se mire como se mire es una componenda, un alterar lo que los ciudadanos –sorprendidos, incrédulos, enojados— decidieron otorgando la mayoría de votos a “X”, que ahora se va a ver relegado al puesto que les dé la gana.
No confundamos que un partido apoye a otro de similar ideología, que parece lógico y razonable, porque en definitiva se mantiene lo decidido en las urnas, sino que grupos de izquierdísimas, se alíen con partidos de centro-izquierda o con grupos de derecha más o menos significados.
Como los que acudieron a las Elecciones en grupos y listas en los que no figuraba su nombre en absoluto, pero que una vez conocido el éxito, sacan pecho y ahora sí son “Podemos”. Vamos, lo del cuentecillo del lobo vestido con la ropa de cabra.
Eso, en la ficción, en los cuentos; en nuestra España de hoy, puede instalarse en el sillón de alcalde/alcaldesa personas que quedaron en tercer, cuarto o quinto lugar, y lo que preocupa son las ideas que no es que no oculten, sino que proclaman a voz en grito de medidas en las que está en juego el futuro de España.
Es por ello que haya “grandes” partidos que se la están jugando cara a las Elecciones Generales, pues por conseguir unas alcaldías se prestan a respaldar a grupos que incluyen el secesionismo, la emisión de monedas propias, recortes a lo que no les guste o consideren su enemigo…
Cegados por quitarle alcaldías al PP, no se dan cuenta de que para las próximas elecciones muchos correligionarios van a tener en cuenta esa traición a España que no cometieron ninguno de sus muchos y variados antecesores que por encima de todo pusieron el interés de España, cosa que ahora no parecen dispuestos a hacer.
Y la que puede venirnos encima, es de órdago. ¿Pudo haber hecho algo más el PP? ¿Debió haber más cordura en el PSOE, más sentido de Estado? Eso hicieron en momentos difíciles, Felipe González y Aznar –que están que trinan ante la que se puede organizar–, incluso Zapatero y Rajoy. Ahora no.
Ahora, se producen coqueteos infames, impropios de quienes no recuerdan que han sido propuestos primero y votados después, gracias a la Constitución a la que renuncian, olvidan o traicionan. O quienes la aceptan para participar pero no ocultan sus propósitos de ignorarla, de olvidarla, de pisotearla.