Ha muerto en accidente aéreo el que compuso música para algunas de las películas más premiadas de estos últimos tiempos, como Titanic. Descanse en paz. ¿Por qué sin música una película se viene abajo? ¿Recuerdan títulos como Los últimos de Filipinas, Horizontes de grandeza o, El Padrino? Escenas asociadas de por vida a una banda sonora, como aquel paseo por el paisaje siciliano de Corleone, el bar de Casablanca etc. Ahí han quedado, sostenidas por su música. Como que el entusiasmo sostiene la mirada.
Pero ¿Qué hay en las cabezas del que empieza a vivir sin banda (mental) sonora ni proyecto vital alguno? ¿Qué hacen unos adolescentes antequeranos fumando porros en callejones o parques a las once de la mañana de un día cualquiera? Es bastante espantoso como horizonte sin grandeza: “Cuando mueren los dioses muere el entusiasmo” dijo un poeta. Y ¿qué queda de un adolescente sin entusiasmo?
Hace ahora veinticinco años que nació la Coral San Sebastián y El Conservatorio de Antequera. Otras iniciativas, más veteranas o recientes, fabrican vocaciones o, simplemente crean afición. ¿Cuántos “niños de coro”, como aquellos de la película francesa, habrán pasado por colegios (el de Archidona, sin ir más lejos, tan agradecido a Esther Sanzo), por conservatorios, escuela municipal, plaza de toros, banda de música, etc?
Una labor, la suya, poco cuantificable pero, en términos educativos, absolutamente impagable. Los resultados se están viendo: un plantel de reconocidos intérpretes musicales ya llevan el nombre de Antequera por el mundo. Estarán en San Zoilo el sábado once de Julio.
También es el veinticinco aniversario de la puesta en órbita de telescopio espacial Hubble. Dirán: parece forzado encontrar analogía con coros y conservatorios; pero ¿habrá cosa más increíblemente bella que las imágenes que no cesa de enviar del universo profundo?
El mundo es grande ¿Quién pondrá música a tantísima hermosura? ¿Quién contagiará entusiasmo? O, lo que es lo mismo: ¿Quién creará futuro?
MANUEL VERGARA