Hace 6.000 años en Andalucía, los primeros pobladores eligieron un sitio privilegiado para descansar. Alzaron tres grandes y fascinantes construcciones megalíticas que no sólo llamarían la atención por su técnica para construirlas, sino que resaltan sobre otras que existen en el mundo por su conexión con la naturaleza.
El dolmen de Menga, el de Viera y el tholos de El Romeral, lo que hoy se conoce como El Sitio de los Dólmenes de Antequera son la gran oportunidad de que se reconozca a nuestros primeros pobladores, nuestros ancestros. Aunque en esta andadura que les llevaría a ingresar en la lista representativa de la UNESCO como Patrimonio Mundial se encuentran además amparados por su entorno, por la Peña de los Enamorados y El Torcal.
La candidatura de El Sitio de los Dólmenes de Antequera como patrimonio material es una de las apuestas más ambiciosas de la Junta de Andalucía por poner en valor nuestra cultura, nuestra tradición y por supuesto proteger nuestro rico patrimonio. El próximo 27 y 28 de marzo se decidirá en Plasencia si este complejo fúnebre y su entorno obtienen el beneplácito del Consejo del Patrimonio Histórico para ser la candidatura española a la UNESCO en 2015.
El Sitio de los Dólmenes y la candidatura a la UNESCO se ha convertido en una apuesta segura que cuenta con el apoyo de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Antequera y por supuesto los ciudadanos antequeranos, porque el complejo monumental tiene un incalculable valor arqueológico, cultural y paisajístico, no existiendo nada en el mundo que se le asemeje. Los cuatro requisitos que se le exige la Convención del Patrimonio Mundial los cumplen. Primero y más fundamental, poseer un valor universal excepcional, su interrelación con los hitos naturales del entorno y la representatividad tipológica en un espacio tan limitado los hace únicos en el mundo; el criterio de autenticidad -que sea original-, lo tiene; el criterio de integridad es ya indiscutible y contar con un plan de gestión que se orquestó y se lleva cumpliendo desde hace cerca de una década, y no desde que se decidiera presentar la candidatura.