El ejemplo de esos estudiantes antequeranos que se ganaron a base de trabajo, de ilusión, de “hincar los codos”, de voluntad, de ganas… y también el de sus profesores ejemplares que supieron inculcarles esas virtudes, aunando sus exigencias con los ánimos para superar las dificultades que el estudiar a fondo, de verdad, presentaban. Hoy esos alumnos, una de los cuales, Marta Ruiz del Pino, figura también entre las mejores calificaciones andaluzas, no habrán tenido problemas para elegir su carrera, primer paso para hacerse grandes profesionales, grandes especialistas con el futuro garantizado, sueño de todo joven que se decida a estudiar…
¡Qué contraste con esos otros casos de jóvenes a los que la nota obtenida en Selectividad en lugar de a los estudios superiores que deseaban les obliga a coger otros con notas mínimas exigidas más bajas, más accesibles pero que no eran las que ellos deseaban. El resultado, unos… digamos estudios sin ganas, unos profesionales a disgusto, unas carreras, unos sueños truncados… o unos licenciados sin trabajo, que tienen que acogerse a “lo primero que les sale”, desperdiciando años de carrera, el sacrificio de sus familias… y el dinero que se invirtió en los estudios.
Consecuencias de los primeros casos, el orgullo de los propios estudiantes, de sus profesores, de sus familias, y la sociedad en general que va a recibir, a contar con grandes médicos, profesores, matemáticos, físicos, científicos, arquitectos, que aportarán sus conocimientos en beneficio de los demás; de los segundos, aspectos negativos como que la mayoría de los estudiantes españoles son los peor preparados de Europa, en lectura como en matemáticas, que sean los que menos trabajo encuentran, que registren las mayores cifras de paro, y que tengan que acudir a las familias como apoyo para subsistir, solución penosa para todos, pero única salida a su situación.
Estos días, consejeros de Educación de varias autonomías, protestan contra la implantación de la Lomce, pero no sabemos de ninguno que proponga soluciones para que nuestros estudiantes sean –en general y con excepciones como las citadas al principio—de los peor preparados de Europa, lo que equivale a que tengan más dificultades para encontrar un empleo acorde con lo que estudiaron, con sus vocaciones.
Triunfar en los estudios –que les pregunten a nuestros jóvenes paisanos— no puede hacerse si no es estudiando a fondo, “hincando los codos”, que se decía antes, con profesores exigentes –¡ya se lo agradecerán los alumnos cuando terminen sus estudios!–, que sientan pasión por la Enseñanza y vocación para atender a los jóvenes que la sociedad les confía, para enseñarles el camino por el que acceder a sus sueños, en lugar de dejarles abocados al fracaso de no encontrar un empleo digno, de seguir siendo cargas para su familia, para la sociedad….
Eso tiene que arreglarse, si queremos salir de esa lista negra europea, de ser los peores, pero sobre todo de lo que sentirán los afectados.