Estamos inmersos en el inicio de un nuevo curso y vemos cómo cambian una y otra vez los libros, los contenidos… No es añorar el pasado, pero cada vez que examino los libros de mis niños, veo cómo se aportan menos conocimientos. Ya ni aparecen los Reyes Godos, ni Don Pelayo, ni los Dólmenes en su época prehistórica.
Va siendo hora que nuestros políticos se pongan de acuerdo y hagan una educación para el pueblo y no para ellos. Donde se ofrezca el conocimiento como saber y no para que se vuelva a caer en errores del pasado.
También los colegios tienen mucho que aportar, ofreciendo las lagunas del saber que existe en los libros. Y la cultura local. ¿Cuántos claustros han preparado una programación especial dedicada a Los Dólmenes ante este acontecimiento histórico?
Son detalles, que antes se percibían, pero que ahora, cada vez menos. Pero la culpa no es de los profesores y de los colegios, es de los padres, de las familias. Hoy se da una maquinita, antes que un libro. Se regala una camiseta de fútbol, antes que un atlas o mapa terráqueo.
El futuro de nuestro mundo está ya aquí, sale de las aulas, esos sitios donde los profesores temen a los padres, tras años en los que era lo contrario. Cambia el día a día, y no sólo el cambio climático, también el generacional, el de las aulas.
Sobre el medio ambiente, quizá dependa de los gobiernos, pero de las clases, depende de nosotros. Como padres que somos: ¿qué somos capaces de aportar? ¿Propondremos este curso Cultura en vez de solo viajes de ocio?
En estos días, no sólo nos examinarán por las piedras de la UNESCO, nos lo están haciendo en el día a día, y nuestros hijos son quienes tienen que recibir la mejor educación, sin tanto libro malamente trazado. ¿Haremos algo o lo dejaremos para los demás?