Ello sería, sintetizado, el significado de la palabra Halloween. En la diversidad está la riqueza, la inteligencia el conocimiento, o… la capacidad para la distinción. El desconocimiento es la niebla que tapa y pone en peligro nuestro caminar, la ignorancia es el peor de todos los pecados.
Permítanme esta otra paremia: Cada día gallina, amarga la cocina. La falta de variedad lleva a la hartura, que el aburrimiento es malo para la salud, es algo de lo cual, muchos científicos han estado de acuerdo, aunque de entrada pudiera tener un cierto componente de reactivación de la creatividad, el tedio siempre fue puerta de entrada fácil, para el consumo de alcohol y otras drogas. La celebración de Halloween, es algo que viene siendo ampliamente criticado por no haber sido una fiesta creada o tenida en cuenta por estos lares, desde hace ya varios siglos, digo ello, porque en viajando varios siglos atrás, el pueblo Celta sí que fue al parecer el iniciador o el que más se divirtió con estas fechas, consideradas en sus días, como término e inicio de año.
La libertad del individuo, otras veces ya glosada en estas líneas, termina en el inicio de la de sus semejantes. Esto es muy simple: Si una parte o sector de población decide festejar o celebrar estas, las otras, o las de más allá, (no las del “más allá”), fiestas o festividades, y con ello no entorpecen, ni causan mal a nadie, ni propios ni ajenos, ni físicos ni materiales, sin mofas ni ofensas espirituales… ¿Por qué habríamos de impedírselo? El universalismo y por consiguiente el multiculturalismo al que nos está abocando la actual sociedad, nos lleva al diálogo de lo que está bien y lo que está mal. Pero estas creencias y decisiones nuestras pueden ser contrarias o malas para aquellos a los que juzgamos. Y no existe un criterio universal para lo que es bueno o malo, solo en una especie de cultura universal, donde todos respetemos las creencias de todos será posible la convivencia.
Que nos gusta la fiesta, una oportunidad más para unirnos al sarao. Que no nos gusta, pues a dormir y reine la paz. Las costumbres, las celebraciones no han de imponerse por la prohibición de otros menesteres, sino más bien por la afluencia y aceptación de las personas. Restar siempre será acortar las posibilidades de la creatividad y el atesoramiento de los conocimientos. Tenemos nuestras costumbres, bien, luchemos por participar en ellas, mantengámoslas vivas con nuestras aportaciones, la perduración de las mismas ha de basarse en ello, no en la eliminación de otras. Cada pueblo, cada región, cada grupo o generación de personas ha tenido, tiene sus propios hábitos, sus propias formas de celebrar aquellos días que consideren oportunos. El conocimiento y el respeto hacia todos ellos nos llevaran a la riqueza cultural.
Con independencia de cada uno de los diferentes pensamientos y o creencias, el Dios que a cada grupo les asista, con toda seguridad estará por encima de toda festividad o celebración y para nada cambiará por ello, los planes que tenga para con nosotros. Que no nos calienten la cabeza, seamos nosotros mismos, marquemos con nuestras buenas acciones la diferencia sin importarnos la fecha ni el modo de celebrarla, no ha de importarnos el día para hacer el bien a nuestros semejantes. Todo reside en la mente y en el corazón de cada uno de nosotros. Los demonios no están ahí fuera en esta noche de Halloween.
Están dentro de la cabeza de quienes los atraen con sus pensamientos.
