Mensaje de las lecturas
· Primera lectura, I Re17, 10-16: “…la orza de harina no se vaciará…”
· Salmo: “Alaba, alma mía, al Señor”
· Segunda lectura, Hb., 9, 24-28: “Cristo se ha ofrecido de una vez para siempre”.
· Evangelio, “…esta pobre viuda (…) ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Las viudas no tenían a qué aferrarse
Los letrados eran una clase socio-religiosa del tiempo de Jesús que durante años se habían preparado a fondo en el estudio de la Palabra de Dios. Nadie sabía más que ellos. Pocos tenían tanto poder como ellos; casi ninguno podía compararse en valía a ellos; pero Jesús llama la atención de todos para tener cuidado de ellos.
Y es que se lo habían creído. Pensaban que eran los mejores, a los que todo el mundo debían reverenciar y dejar los mejores puestos. Buscaban siempre los puestos de honor. El orgullo y la prepotencia afloraban por todos los poros de su ser. Eran esclavos de su egoísmo y orgullo.
Las viudas, por el contrario, pertenecían a una clase social, situada en lo más bajo de la escala; especialmente las pobres; ya no dependían del trabajo del marido difunto; debían acogerse a la misericordia y compasión de los demás; no contaban para nada; no tenían nada a qué aferrarse; vivían socialmente a la intemperie, sin recursos, sin seguridades; muchas perecían, sin un trozo de pan que llevarse a la boca; no poseían nada; por eso su corazón, a pesar de su profunda pobreza, se mantenía libre.
Como los letrados, también hoy día existen muchas personas, incluidos muchos cristianos, que viven esclavos de sus “yos”, de su relevancia social, de su inteligencia, de sus riquezas, de sus cualidades; no contemplan otro futuro que aquel en el que ellos se encuentran en primera fila, en los puestos y lugares que aseguran la publicidad de su petulante egoísmo de figurar en primer plano; de mostrar sus abundantes riquezas, o su vana belleza, eternamente mendigando un elogio, una alabanza, una posición social envidiable, un glamuroso afán de ser el centro de todo.
Pero el salmista de la lectura alaba al Señor porque… hace justicia al oprimido, da pan al hambriento y libera al cautivo. Estos tales, marcan el camino del cristiano auténtico mostrado por Jesús. El Jesús que libera, que nos quiere libres, frente a las personas, los bienes, las cualidades personales, las oportunidades de la vida, las circunstancias personales. Quiere que nos entreguemos totalmente: a Él, viviendo una vida en plena coherencia con sus enseñanzas; y quiere que le veamos en los pobres, como la viuda; desea que le miremos en los sencillos, los humildes; anhela que interioricemos en lo más profundo de nosotros mismos el estilo evangélico del amor; sin condiciones, sin fronteras, sin límites.
Tanto la viuda que ayuda al profeta Elías, como la que deposita en el cepillo del templo la moneda que constituye todo su patrimonio, revelan un espíritu absolutamente libre y profundamente generoso.
Dan todo lo poco que tienen; se entregan totalmente; Dios y los demás son sus referencias. Reflexionemos, interioricemos y actuemos; Él está a la vuelta de la esquina impaciente por ayudarnos. Saquemos las consecuencias y apliquémoslas a nuestra vida diaria.
padre Domingo Reyes