Se nota en las plazas que hay ante cada iglesia-sede de Cofradía, una especial efervescencia. Especialistas en montar los tronos y el ejército de directivos van y vienen preparando las procesiones. Como desde el siglo XV, cuando los sacerdotes idean sacar a la calle las imágenes para que viéramos los padecimientos de Jesús y de María.
Este año lo mismo. Así, las calles de esta Antequera nuestra se van a iluminar con las luces de las velas de los penitentes, con el gentío que contempla los desfiles y, en algunos casos, mira a los ojos las imágenes, mientras se mezclan recuerdos de cuando estaba en el mismo sitio con sus padres y familiares, musitando una oración en su memoria y por quienes ahora ocupan su sitio.
Los tronos, rutilantes, demostrarán a quien lo dude, la singularidad de la Semana Santa de Antequera, con sus imágenes bellísimas salidas de las gubias y los talleres de grandiosos escultores y mostrando el fruto acertadísimo del trabajo impagable de Marisa Olmedo, Antonio García y Rafa Ruiz, con los bellísimos mantos antiquísimos, fruto de los grandes talleres de Antonia Palomo, y Alejandro Rubio, Josefa Medina, Luis Reynes Casadeval… y Sor Purificación de la Encarnación, Pepe Romero o Pepe Rodríguez.
Esas imágenes, por encima de su belleza, transmiten lo que pretendían sus autores: mover el sentimiento del hombre, “viendo” lo que sufrieron Jesús y su Madre por nosotros, pero también de consuelo para los enfermos, de compartir el dolor de los que padecen por los males de nuestro tiempo, físicos y materiales.
Y aquí te ponen mi Virgen, mi Socorrilla, para que te vea más de cerca, antes de poder verte un año más en la calle en que pueda verte, por mis dolamas. Y las incomprensiones, las ignorancias, el trabajo sin recompensa y tantas cosas, mi Virgen, mi Socorrilla. Y las enfermedades, y esas cosas que encuentran su consuelo sólo gracias a Ti, viendo a mi gente, disfrutando cuando apoyado en mi “bastoncillo”, vea a mi Eufemia ponga la carita que espero cuando se asombre, tan pequeña, pero ya tan tuya, allá en Jesús o por la calle.
Pero qué es eso, al lado de lo que Tú pasaste, de lo que aún hoy te hacemos pasar con nuestro egoísmo, con nuestros desvíos, con nuestro negar a tu Hijo… Y sin embargo tu cara se aguanta tu dolor para que no suframos al verte llorar, y esbozas ese gesto imposible de sonreír mientras padeces, de consolarnos cuando quien necesita consuelo eres Tú.
Por eso me tienes, nos tienes, embelesados, por tu Amor, por tu belleza, por tu ayuda, por permitirnos un año más ofrecerte este trabajo que toda la Redacción y colaboradores de El Sol de Antequera, y mi Curro, Tú lo sabes, se han echado a la espalda, por Ti, por esta tu tierra antequerana… en la que se nota, en las plazas que hay ante cada iglesia sede de Cofradía, una especial efervescencia…