Una parte muy importante de la Iglesia de Antequera del mañana se congregó este domingo en la XVIII Procesión de Tronos Chicos. 829 niños, acompañados de sus amigos, padres, hermanos, familiares y antequeranos, quienes llenaron las calles para acompañar a los más pequeños, con más respaldo que algunas cofradías en sus recorridos.
Esta plausible iniciativa de la Cofradía de Los Estudiantes debe ser potenciada aún más, ya que es el germen de muchos chavales que crecerán bajo las andas, pero no sólo arrimando el hombro de sus tronos, sino estando llamados a ser el futuro de nuestra Iglesia.
Las familias se dieron cita en la preparación de los tronos, de las reuniones previas de la procesión, del antes de la misma, de su recorrido y de su finalización. Esas familias a las que el Papa Francisco destacaba que “es el primer lugar donde se aprende a escuchar, a compartir, a soportar, a respetar, a ayudar…”.
Por ello, una familia que crece con valores cristianos, recogidos de sus padres, de sus abuelos… seguirá con ellos. De ahí la importancia de los padres, de los padrinos… Si el niño crece en ese ambiente, lo seguirá llevando como parte suya en su vida.
Ante ello, no hay que diferenciar ser cristiano con ser cofrade. La Iglesia de hoy la formamos todos, y no sólo los sacerdotes y las monjas. ¡Ya es hora de superar esta creencia decimonónica! Si no eres cristiano, no tiene sentido ser cofrade, “capillita”. Sería una fe vacía, “jugar a las cofradías”, ver el lado patrimonial, cultural o folclórico, dejando al lado la esencia.
Es por lo que quienes involucramos a los más pequeños el “tirón” de los Tronos Chicos, debemos de hacerles ver nuestros valores y sentimientos cofrades. Con lo que crezcan, así se quedarán para desarrollar en el futuro.
“Es fundamental que los hijos vean que para sus padres la oración es realmente importante”, decía en Twitter también el Papa. “El hogar debe ser el lugar donde se enseña a apreciar la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo”.
Quedarse sólo en los tronos, es como alimentarse únicamente de chocolate. Pero para vivir, hay que seguir una dieta equilibrada, donde el dulce debe ser un complemento y no el todo. Por tanto, estamos llamados a que año a año, los niños, crezcan bajo el atractivo de los Tronos Chicos, pero viviendo en familia, con fe, con oración durante todo el año, para estar alimentados en Cristo y no en un complemento como es una procesión.
Seguro que año a año se irá mejorando la formación, el crecimiento de la fe, entre los chavales que están llamados a ser el futuro de la sociedad y, lógicamente, la Iglesia del mañana en Antequera. ¡Que así lo veamos!
Antonio J. Guerrero