¡Ay!, ¿qué sería de nuestros pueblos o ciudades sin una calle Mayor? Desde Villa Botijo al poblado más recóndito de la China chinísima existe para sus habitantes una especie de pasarela social, una calle por donde sus habitantes se ponen al corriente de todo quisqui a modo de boletín oficial, que riasen ustedes del “Cara libro”, “Instagram”… y monerías al respecto.
Este fenómeno social, en vigor por los siglos de los siglos, fue magníficamente retratado cinematográficamente por Juan Antonio Bardem. “Calle Mayor” (1956) con fuerte drama de fondo, retrata la sociedad de entonces con la crueldad de la sinceridad. La puesta en escena realista, el ritmo de montaje preciso con planos de larga duración, la fotografía angustiosa y sus encuadres, situaron a la realización española en la vanguardia del cine europeo, hoy convertida en gran clásico.
El peso de la trama recae sobre Betsy Blair desde el primer momento hasta el último plano inquisidor del director sobre la actriz. Sus poses, juegos de miradas, cambios emocionales, nos transportan, nos hacen cómplices de su estado, elevado a tragedia por una sociedad enquistada de tipismos.
No queda en desperdicio la intervención de los secundarios (los canallas bromistas, la madre, la criada, la prostituta…) en cada uno de los momentos retratados de esta dramática historia que refleja la vida de una, por aquella época, llamada “solterona” en la España de mediados del siglo XX.
Esta libre adaptación de “La señorita de Trévelez” de Arniches nos envuelve, nos atormenta, nos hace reflexionar, nos conmueve a través de la mirada de la propia Isabel (Betsy Blair) que ve cómo toda su ilusión amorosa, no es sino fruto de una broma de muy mal gusto.