Cuando se levantó tenía todo el cuerpo dolorido, eso les dijo a los que acudieron a ayudarlo tras la caída. ¡Increíble, increíble,! decían otros llevándose las manos a la cabeza. ¡No sé cómo lo ha salvado, cuánto valor ha tenido! ¡Pero si ha volado literalmente!, decían algunos que se acercaron formando un corrillo a su alrededor.
El ruido aumentaba por momentos. Conforme la gente iba llegando preguntaba qué había pasado. Una mujer, que lo había visto todo, gritaba, ¡no ha pasado nada!, gracias a este valiente señor; ¡se ha arrojado al suelo!, dijo otra, y agarrando a este niño fueron rodando hasta la acera salvándolo de ser atropellado por este coche, que no habrá visto al pequeño.
El conductor del coche aunque tarde paró y fue a interesarse por el niño. Estaba con la cara pálida, y decía ¡No lo he visto! ¡No lo he visto! Del otro lado de la calle, se oyó un grito al mismo tiempo que una mujer caía al suelo. Los que vieron lo sucedido acudieron a ayudarla. La gente que había en la terraza del restaurante de la esquina también se acercó.