Han sido el primer punto de desencuentro entre las distintas formaciones políticas locales. Parece una soberana tontería perder el tiempo en la necesidad de empapelar o no la calle cuando los candidatos repiten y son bien conocidos por todos. La profundidad del mensaje de estas elecciones con tanto en juego y unos pactos obligados que parecen tensarse cada día más, nos obliga a todos, políticos y ciudadanos, a elegir con sumo cuidado a nuestros representantes. Echar todo por la borda y empezar de cero, como vienen reclamando algunos parece temerario, y, quizá tampoco sea lo más conveniente en estos momentos seguir insistiendo en lo que hasta ahora, mejor dicho hasta diciembre, resultó válido.
Ceder significa contemporizar con unos y otros; y es la única manera que se percibe en el horizonte político. Así que todos deberían intentar adaptarse un poquitín a la exigencias del contrario y, desde luego, borrar la inquina que parecen tenerse unos a otros.
La llevan a cabo hasta en detalles insignificantes. Después del famoso debate que nos dejó como estábamos o un poco más desilusionados, parece ser que uno del PP invitó a una de Podemos que le acompañara en un coche oficial para volver a su domicilio o adonde le viniera en gana. Detalle que aprovecha el señor Rivera para hacer saña, con la mala fortuna de que equivoca al personaje y donde pensaba don Rivera que iba a recoger algún fruto se ha visto obligado a desmentir con el agravante de tener que oír previamente unas palabras que no le han dejado en buen lugar. Se ha visto en pañales, contestando entre apresurado y balbuceante y rojo como el clavel de la famosa canción. Cada vez se alejan más PP y Ciudadanos que podrían decir mucho en la política nacional, autonómica y local, con programas muy similares e ideas de gobernabilidad parecidas. Pero al señor Rivera le gusta más el POSE y no pierde ocasión de demostrarlo, así que los descontentos del PP que voten a Rivera ya saben a qué ascua se están arrimando.