El miércoles, sobre las de de la mañana, me llamaron Curro y Pablo para comunicarme que su padre había fallecido. Estaban muy emocionados, llorando… y yo me puse a llorar con ellos…
Sabía que Ángel estaba delicado de salud, pero no pensaba que nos iba a dejar tan pronto, pues yo tenía depositadas más esperanzas en la protección de sus queridas Santa Eufemia y Virgen del Socorro que en su propia salud, que sabía que era muy débil. Ángel era para mí mucho más que un amigo, era como un hermano, bueno y generoso, que sabía como cuidar a sus amigos y hacernos sentir siempre queridos. Detallista, todas las navidades me enviaba mantecados de limón y por mi cumpleaños me obsequiaba con tantos molletes como años cumplía. Siempre, eran detalles de nuestra tierra para que, como él me decía, llegara un trozo de Antequera a mi casa de Madrid.
La muerte de Ángel supone para toda su familia una pérdida insustituible, porque su cariño y amor a su mujer, a sus hijos y a sus nietos era ejemplar y apasionado.
Sin duda, es también una gran pérdida para todos sus amigos, que éramos muchos, porque Ángel tenía muchos amigos dentro y fuera de Antequera.
Pero aparte de la enorme pérdida que supone para su familia y para sus amigos, está Antequera, nuestra ciudad, que pierde a uno de los antequeranos más fervientes e ilustres de su historia. Ángel amaba a Antequera, conocía su historia como nadie y aprovechaba cualquier ocasión para enaltecer a su ciudad.
Tanto era así que me transmitió esa obsesión y cuando me hacían alguna entrevista trataba de no olvidarme de hablar de Antequera por si la leía o veía a Ángel, para que después no me pudiera reprochar que no había nombrado a nuestra ciudad.
Con Ángel Guerrero se va el último de mi pandilla de Antequera, primero nos dejó José María González y después, recientemente, Manolo Cascales. Mis amigos a quienes yo llamaba en broma “mis embajadores en Antequera”. Con la ausencia de los tres me quedo con la tristeza de no tener en mi ciudad a estos entrañables amigos con quienes tan buenos momentos pasé.
Querido Ángel, ahora que no estás entre nosotros, quiero que sepas que te recordaremos siempre con mucho afecto y mucho cariño. Y también con mucha gratitud, porque fuiste muy generoso con tu familia, con tus amigos y con Antequera.
Descansa en paz.