Pasan los años y se repiten los problemas en el mapa educativo antequerano. Padres optan por los colegios concertados y en el centro, mientras que los de la periferia, se quedan con aulas semivacías, pese a disponer todos ellos de una plantilla de profesorado cualificada y destacadas instalaciones.
La voz de alarma vuelve a sonar en los colegios privados, al anunciarse una nueva oleada de cierre de aulas concertadas en favor de la pública, al quedar en ella cada año cerca de un centenar de plazas libres. El problema, por ejemplo en Infantil, con los datos de 2012 en la mano, radica en que de las 250 plazas públicas ofertadas, se solicitaron 173, quedando 77 disponibles. Mientras que de las 225 plazas concertadas ofertadas, hubo 253 solicitudes, con 28 alumnos sin sitio.
Ahí viene el tira y afloja de lo concertado y lo público, siendo ambas enseñanzas públicas, pero una en colegios totalmente públicos, y otras en centros que se mantienen en la mayoría por el trabajo de congregaciones religiosas y esfuerzo de asociaciones de padres.
Esta semana, han empezado a reunirse los colegios afectados por el posible cierre de unidades concertadas, y el miércoles tienen previsto una convocatoria de prensa para expresar su posición ante el posible cierre de clases y con ello dejar de contar con profesores y alumnos que se quedarían fuera al pasar de ciclo.
Dejando a un lado el problema público-concertado en Antequera, ¿cuándo la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Málaga va a solucionar el problema de espacios educativos en Antequera?
Si los padres, por la localización, creencia o razones personales, dentro de su derecho de libre elección, no quieren mandar allí a sus niños para la Educación Infantil, Primaria y Secundaria, ¿por qué no adaptan los que menor demanda tengan para acoger Bachillerato, Ciclos Formativos Medios o Superior, que precisan de más espacio ante la saturación de los actuales, o los convierten para otro uso como podría ser el Conservatorio de Música que precisa de más espacio?
Así se solucionaría que no hubiera aulas vacías en algunos centros públicos, o que no se tuvieran que cerrar clases en colegios concertados que suelen tener problemas de matriculación ante la alta demanda. ¿No hay libertad de elección? Si los padres quieren que sus hijos vayan a un centro religioso, al colegio que fueron ellos o al que está más cerca de casa o del trabajo, ¿por qué no dejarlo hacer posible si ahora mismo hay infraestructura?
La Delegación tiene que estudiar el uso de los colegios e institutos de Antequera, sin cerrar aulas, sin despedir o dejar de contar con profesores, o que un alumno de Primaria, tenga que hacer Secundaria en otro colegio distinto al que eligió al empezar sus estudios. Llega por tanto, la hora de los padres de pedir libertad sobre la oferta que hay, y de la administración de estar al servicio de los ciudadanos, corrigiendo que haya aulas vacías y no cerrando las que están llenas. Nos quedan semanas de reivindicaciones y de espera de soluciones.
