Cuando se cruza en el zapping algo como una película de Scorsese, se acabó el zapping. La otra noche, viendo “Uno de los nuestros”, nos desplegaba secuencia tras secuencia su estilo inconfundible.
Algunas de ellas, resumen de forma magistral toda su escuela. No existe un plano que sobre. Su ritmo, encuadre, utilización de objetivos, han sido y son imitados por directores actuales. Pero él, es “el Padrino”. Director que ha sabido moverse, como pez en el agua, entre trifurcas callejeras, pactos mafiosos,… Desde su descomunal “Taxi driver” marcó claramente su intención de retratar la oscuridad del hombre, movido por un humor negro que no excede e incluso conmueve.
A pesar de este tipo de tratamientos, puede regalarte inesperadamente historias comprometidas como “La última tentación de Cristo”, una historia ensoñadora y evocadora como “Hugo”, y de repente dar una vuelta de tuerca con la biografía demencial y bursátil “El lobo de Wall Street”.
Sin olvidar sus incursiones en otros géneros como el documental, el videoclip (“Bad” de Michael Jackson”), los conciertos… hace de este arte algo fácil y a veces inapreciable pero latente en la genialidad de su concepción, sólo hay que dejarse llevar por el plano secuencia de “Uno de los nuestros”, cuando Henry y Karen entran en el club, quedando la balanza entre técnica e interpretación perfectamente nivelada.
Sus actores y actrices son conscientes de que la involucración de ellos en algún proyecto del newyorquino, puede quedar para la historia. Scorsese está claro que es… “Uno de los nuestros”.