Eres quien más he “querío”
y que por siempre querré.
A ti la que me “ha parío”
la que me arropó en el frío
y al calor apagó mi sed.
Valiente y una gran mujer, de mis males,
centinela, de mis desvaríos, sostén;
mi sol, mi luna y mi estrella,
de mi no crecer, la fe.
Muchos han tenido la suerte
de llegarte a conocer,
a tu fuerza, genio y temple;
y a tu manera de ser,
con tu don de buena gente.
Eres alegre como una fuente,
y el cantar al amanecer
de un jilguerillo valiente,
con trinos de pretendiente
“pa” enamorarte, mujer.
Cómo se apaga una vela
su vida se va acabando;
la mujer que me pariera,
la paz para mis quimeras
refugio de mis quebrantos.
De mi viejo, compañera,
que durante muchos años,
toda una vida a su vera,
luchando para criarnos,
y donarnos sus maneras.
Una madre es lo más grande
que se tiene en esta vida.
Es la verdad más vibrante
es el amor sin medida
y con más duende que el cante.
Es tu amiga más leal, la más legal confidente:
te da “to” sin esperar
te defiende hasta la muerte, y por ti la vida da.
¡Ole quien te fue a parir!
Madre “sentrañitas mías”. La razón de mi existir y estandarte de mi vida, desde el día que nací.