La España del insulto fácil, del esperpento, de la ridiculez, del griterío y del y tú más, ha vuelto a acoger en sus brazos uno de sus episodios que genera voces contrarias y causa alarmas ante la falta de respeto con las instituciones. Nos estamos refiriendo a la boda que el concejal de la organización Levantemos el Puerto, en El Puerto de Santa María, oficiaba a una pareja de amigos disfrazado de sacerdote y con las mejillas maquilladas con dos círculos rojos.
Disfrazado, Javier Botella, se atrevió a colocarse por estola una bandera del F. C. Barcelona; un equipo de fútbol que estará dando muchas tardes de gloria a sus seguidores, que alimentará en pasiones a quienes acudan al Camp Nou, pero que en esta ocasión no merecería ser digno de sustituir el espacio reservado a la estola, elemento litúrgico de enorme valor representativo en la indumentaria del cristianismo.
Una vez más, y vamos perdiendo la cuenta, nos pierden las formas. Es cierto que Javier Botella podía verse desbordado de pasión por encontrarse en plenos carnavales, pero este ex concejal de Economía y Hacienda debía haber pensado cómo acudir a oficiar una boda civil. Es inadmisible que quienes ostentan un cargo público jueguen con las instituciones y con los valores que en este caso ofrece la religión católica. No es este pequeño espacio el lugar idóneo para elaborar una tesis de lo que debería ser el matrimonio o cómo poder oficiar una boda a quien se ha negado a pasar por el altar cristiano. Ahora bien, jugar con lo que ello representa y además utilizando los escenarios e instituciones públicas está fuera de lugar y es todo un insulto a la inteligencia del ser humano.
El concejal a buen seguro desconoce las tres cruces –una en el medio y otra en cada extremo– que aparecen en la estola, pero sin embargo habrá tenido más de tres minutos de gloria en Facebook, Instagram y Whatsapp, escenarios que dicen a dónde hemos llegado y dónde nos estamos moviendo: exaltación de lo ridículo, falta de análisis y ausencia plena de conciencia. El ex edil de El Puerto no solo ha dado muestras de falta de respeto a la fe católica, y al matrimonio como figura religiosa, sino que da a conocer los actos que nos esperan con los que confunden el topónimo libertad con hacer lo que les da la gana. Santigüémonos con o sin estola, pero que sea con tres cruces.