No estamos locos, dice Puigdemont, “no estamos llevando a cabo un golpe de estado” Y la prensa extranjera se hace eco de estas palabras. Europa, Europa, por la que claman unos y otros. Imagen. Política, el pueblo no cuenta tristemente.
Unos y otros presidentes, sacan la gente a la calle, les prometen libertad, esto gusta a muchos, me parece muy bien, los otros hacen lo mismo ¡a la calle! y le prometen mano dura con los virulentos. Unos y otros se van tan contentos a sus casa porque creen en sus dirigentes.
Los extremos me asustan, no sale nada bueno de ellos. Puigdemont quiere dar la imagen de responsable más allá de nuestras fronteras porque en caso hipotético de que se produjera el nombramiento de república en Cataluña, necesita apoyo de toda la comunidad y se hace propaganda de bueno, de justo, de sensato, de dialogante.
Dice que el proceso será más lento y civilizado. Me parece estupendo. Y yo que lo vea. Las personas podemos dialogar, menos mal, pero lo que no se puede es utilizar los sentimientos independentistas o no, para crear expectativas y generar un caos desmedido.
Y por si esto fuera poco, sale la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáez de Santamaría a dar caña y a descartar cualquier tipo de diálogo. Mi percepción es que ninguno sabe qué hacer y se pelean por la gobernabilidad de un territorio, enfangando la Constitución, que es posible que necesite reformas en muchos de sus artículos, pero que no merece que la tomen a chufla, ni unos ni otros.
Está bien, mientras esta gente oficial decide, o deja de ser unos pésimos políticos para nuestro pueblo, me voy a escribir la conferencia que tengo que dar sobre Cristobalina Fernández el próximo Lunes. Mujeres escritoras. Este es mi mundo, aquí lo que se dice suena a verso.