Estimado director: Permítame le escriba esta carta para mostrar mis felicidades a todos los trabajadores de Plaza de San Sebastián, por su buen hacer, no están dando problema alguno a los vecinos. Ojalá fuera así en el resto de obras de nuestra ciudad. Vienen en silencio, señalizan su parte de obra, van rápidos, no… lo siguiente, rapidísimos. Bajas un día por calle Nueva, haces tus mandados y cuando vuelves, han avanzado una barbaridad.
Por contra, me gustaría dar un suspenso a todos los “arquitectos sin carrera” que están en la plaza. Es pasar por la zona y ves a unos y otros dándole a la lengua. “Que si esto me gusta”, “Que si esto estaría mejor de esta manera”, “Que lo suyo era todo peatonal”, “Que no pueden cortar el sentido a la calle Estepa”… así se tiran todo el bendito día alrededor de las obras de la Plaza de San Sebastián.
Cuando terminen la obra, no sé dónde van a poner la era. Ahora, de momento, ya tienen bancos en la plaza, para que en vez de apoyarse en las vallas o en las farolas, se puedan sentar y darle a la lengua sin parar todo el día, para hablar su parecer de la misma. Por último, exponer en estas páginas, que cuando los escucho, me pregunto si los pobres trabajadores los estarán escuchando. Una cosa es si se puede estar de acuerdo más o mejor sobre la reforma, pero otra cosa es decirles a ellos cómo tienen que hacer la obra, cómo tienen que poner las losetas, las rejillas, las farolas… todo lo que se les antoje.
Lo dicho, agradecer la destacada labor de los albañiles que están realzando a contrarreloj la obra, muy educados, atentos, dejando todo lo más rápido posible para que los ciudadanos podamos seguir transitando mientras que reforman una plaza. Y mientras, nuestros grandes “arquitectos” no paran de poner las trabas que los diligentes trabajadores quitan para afectar lo mínimo a todos los que pasamos varias veces al día por las obras.
MARÍA DEL ROSARIO ALCAIDE SORZANO