Aun reconociendo que me produjo satisfacción la información trasladada hace meses por el director de este periódico a sus colaboradores de que Antonio Montiel participaría en una de las actividades previstas para la celebración del Centenario, tengo que reconocer que en su día no alcanzaba a entender la singularidad del personaje.
Montiel, que nació allá por agosto de 1964 en el recordado Hospital San Juan de Dios de Antequera, vino al mundo en nuestra ciudad por las circunstancias del destino, ya que sus padres –naturales de Almogía y Villanueva de la Concepción– regresaban de una visita veraniega a sus familiares. Como tantos otros artistas, en su niñez ya apuntaba maneras y fue creciendo en un mundo rodeado de pinceles y paletas. Siempre con el sustrato de una musa: Pepa Flores, Marisol, a la que reconoce sabía pintar hasta con los ojos cerrados.
La semana para nosotros, en el Ceper Ignacio de Toledo, ha tenido el regalo de poder conocer su obra, de hacer recibido una “lección magistral” sobre su vida, su pintura y las ilusiones de un auténtico emprendedor hecho a sí mismo, que lleva a gala ser de las tierras malagueñas. Un Hijo Predilecto de Antequera desde el año 2015 que ha querido ejercerlo aún más deteniéndose a hacer pedagogía con el alumnado de nuestro centro.
Uno a uno, cada cuadro fue explicado contando su historia y sabiendo hacer atractiva una sesión como el mejor de los docentes. Lo que merece destacar es que llevaba toda la mañana haciéndolo sin descanso con otros centros educativos y colectivos. Hizo ver a las personas que asistimos que el arte de la pintura no está reducido en la extraña y nueva ola minimalista de ubicar objetos y generar abstracción, sino de saber plasmar con la mayor concreción en un lienzo la verdadera realidad de cada personaje.
Puede que sea esa forma de expresar y hacer sentir el núcleo en el que radica la razón por la que a Montiel se le viene denominando “el pintor del alma”. Quizá, esta singularidad –propia de los mejores artistas– de saber obtener además del propio retrato, la parte emocional de cada personaje, sea la razón fundamental por la que se debe agradecer que esté su obra expuesta y que merezca la pena visitar estos días la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento.