24 de enero. Aquella noche parecía como otra cualquiera. Inmaculada, de 29 años, y su hija, de 9, llevaban apenas dos días viviendo en su nueva vivienda de alquiler, situada en calle Trasierras. Como compañeros, varias cajas con recuerdos sin desembalar aún y una amiga, Nadia, de 20 años, que también quiso pasar el día con ellas.
Las tres decidieron irse a dormir. De pronto, “dormidos ya, no sé lo que pasó, olería mi amiga el humo y me llamó diciéndome: ‘¡Corre, corre, que hay humo y fuego!’, eso parecía una película de terror completamente, escuchabas crujir todo y cómo se caía”. Así nos lo cuenta Inma, aún en shock por el suceso que la dejó sin vivienda y sin apenas recuerdos. Aunque manteniendo lo más importante: su hija y su amiga.
‘Estábamos caminando por encima del fuego’
No dio tiempo a casi nada: “No se veía nada, estábamos caminando por encima del fuego. Salimos corriendo como pudimos y nos pusimos a llamar a los vecinos para que salieran y que llamaran a los bomberos”, cuenta la madre de la joven. Una vez fuera, “en la calle llegó la Policía, a la que le insistí en que sacaran dos bombonas por si explotaban”, detalla.
A atenderlas acudió la ambulancia, para trasladar a las jóvenes y tratar la inhalación de humo y ataques de ansiedad que sufrieron por un incendio en el que los bomberos tuvieron que atender a más vecinos y desalojar la zona.
“A mi amiga Nadia le debo la vida”
Aunque no sabe exactamente cómo se originó el fuego, sí que recuerda que fue su amiga quien acudió a salvarla: “A mi amiga Nadia le debo la vida, porque si esa muchacha no me avisa, estaría allí muerta con mi hija, porque esos pisos son una ratonera. Entras, está el salón, hay un pasillo y al final los cuartos”.
Por ello, “cada día que la veo a ella le digo ‘es que te debo la vida’, si no me avisa, se queda dormida de respirar el humo, o no le da tiempo a avisarme, o no se acuerda de nosotras por el nerviosismo…”. Una situación extrema, por la que ha vuelto a nacer y de la que su pequeña aún no se ha recuperado: “Mi hija está muy traumatizada. Ella dice que vio luces naranjas por todos lados”.
Aunque no hayan sufrido daños físicos, “había muchos recuerdos míos, muchas cosas que no voy a tener, como la ecografía de mi hija, sus fotos de bebé, mis apuntes, mis títulos. Todo. No ha quedado nada, allí tenía los juguetes de mi niña de esta Navidad. Pero doy gracias a Dios porque estoy viva”, explica Inmaculada Arjona con lágrimas en los ojos.
Agradecimiento a Aventura Solidaria y el Colegio Romero Robledo
Inma es natural de Benamejí y lleva en nuestra ciudad desde hace seis años: “Me vine aquí cuando me separé, me salió trabajo y rehice mi vida aquí en Antequera”, nos detalla. Ahora se encuentra en paro, no teniendo ingresos que puedan “amortiguar” esta dura situación. Su hija estudia en el Colegio Romero Robledo, al que agradece que la pusieran en contacto con la plataforma Antequera Solidaria, que capitanea Alberto Arana.
Ellos “nos han ayudado muchísimo, porque con lo que nos han dado vamos vestidos ahora mismo. A mi amiga también le he dado de lo que nos han dado y lo que pido ahora es un piso y un trabajo”. Más información, edición impresa sábado 10 de febrero de 2018 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).