No sé de leyes, me hubiera gustado. Era mi segunda opción en cuanto a estudios se refiere, opté por la pedagogía de lo cual no me arrepiento, al contrario, creo que elegir la enseñanza es uno de los aciertos más sólidos de mi existencia.
Discrepo como ser humano y como mujer de la sentencia que sus señorías han dictado contra “La Manada” por abuso sexual continuado, especialmente con ese voto particularmente cruel e inhumano emitido por el juez señor Ricardo González.
“Jolgorio y regocijo”, señor juez, me parecen términos perversos por su parte, de ahí la importancia del lenguaje cuando nos expresamos. Ya sé que en sus manos, me da miedo pensarlo, está la interpretación de la ley. Me asusta este lenguaje y el insulto que de ello se desprende hacia una mujer, en particular, hacia todas en general pues desgraciadamente hay más mujeres que fueron violadas y denunciaron ergo sentencias, juicios. Una cosa es el lenguaje jurídico y otra es el escarnio porque sí.
Pero no conozco la ley escrita, pero sí de la ley natural de vida, esa intuición del bien y del mal. ¿Habéis visto las calles llenas de mujeres? Yo sí. Me he hecho preguntas. Muchas. ¿Por qué ese voto tan discrepante? ¿Seguirán las víctimas acudiendo a pedir justicia?
¿De los cinco machos de “La Manada”, no había ninguno con dos dedos de frente? Ninguno. Pero de ellos no quiero hablar. Sí de las mujeres, su dignidad, sus derechos ante el acoso, de su derecho a no ser vilipendiadas por la justicia o por el juez que las juzga.
Claro que la violaron, puede que no lo diga así el código penal que hay que revisar en profundidad, ya les digo, pero los abusos cometidos contra ella enervan las calle y esto no ha terminado. Las mujeres, señores de la justicia, señor juez Ricardo González, no disfrutan cuando las violan, y eso es lo que usted ha dicho en su sentencia. Y esto es obsceno e indigno de la toga que viste.