Hablamos con los policías locales Alejandro y Alberto, y con los nacionales, Paco y Manu. Alejandro explica que en este suceso
“la llamada la hace un particular a la sala nuestra y emitimos aviso a la central del 112 y quienes en tiempo real avisan a Policía Nacional, Ambulancia, Bomberos y de nuevo a Policía Local. Nos avisan de un incendio en una vivienda en llamas que se ven desde la calle. Había que tener mucha premura en ir allí”. La Policía Local y la Nacional son los primeros en llegar, ya que tienen su sede en el casco urbano y están patrullando todo el día, por lo que llegan antes que la ambulancia, con base en el Hospital, o los bomberos, en el cruce de carreteras.
El estar callejeando les permitió llegar casi de inmediato, según Manu:
“Llegamos a hacer hasta 120 kilómetros dentro del casco urbano, eso quiere decir que por la misma calle podemos pasar 25 veces en una noche”. Al llegar, Alberto destaca:
“Una vez que llegamos, los compañeros de la Policía Nacional entran por la parte de arriba, y nosotros entramos por la de abajo. En cuestión de 2 minutos, nos reunimos allí seis policías y tenemos que actuar rápidamente. Teníamos a una familia desesperada pidiendo auxilio en un balcón, que se estaba cubriendo totalmente de humo y tenemos que tomar una decisión rápida”.
Cuando uno llega a una situación como la del incendio y ve a una familia pidiendo auxilio en un balcón, ¿cómo se organizan?:
“En aquel momento, gracias a la compenetración que tenemos como grupo, sabemos cada uno cuál es nuestra función y actuamos. Fue automática y coordinada bastante bien”. Antes, hubo vecinos que rescataron el niño más pequeño de los siete miembros de la familia:
“Cuando llegamos, nos enteramos que uno de los vecinos ayudó en el rescate de uno de los niños, de un año. El padre a la desesperada soltó a su hijo, a los brazos de un desconocido”, destaca Paco.
En seis minutos se rescató a toda la familia
En momentos como los vividos, los minutos pueden ser horas. Alejandro recuerda la rapidez:
“Desde que la llamada telefónica del particular entra en nuestra sala, se alerta al 112, hasta que se saca al último miembro, fueron 6 minutos aproximadamente”.
Sin medios, ¿cómo pudieron subir? Manu nos dice:
“Un vecino nos saca una escalera pequeñita, pero viendo la urgencia y la desesperación de esta familia, utilizamos los medios a nuestro alcance, que era el coche patrulla más cercano. Se decide colocarlo debajo del balcón y ahí nos subimos. Alejandro empieza a descolgar a una hija y buscamos una vía todavía mejor. En este caso yo me subo al tejado y desde ahí ya empiezo a sacar gente y se las voy pasando a ellos y ellos se lo van pasando a otros compañeros. La cadena humana que hacemos era lo más fiable, lo más rápido y lo más seguro”.
Decidieron actuar por su cuenta, al no estar los bomberos aún: Alberto nos explica que
“la decisión fue porque la cortina de humo era ya muy densa, podíamos no solamente crear peligro a la familia, sino también a nosotros. Decidimos a través del balcón pasar al tejado, que era una manera que en el caso en el que no se pudieran bajar, los hubiéramos aislado de donde estaba el peligro”.
Hubo suerte al no propagarse las llamas
Alejandro explica que cada incendio es un mundo, pero que
“al estar las puertas de la casa cerradas”, no le entró oxígeno al fuego, por lo que no se propagaría.
“Ellos estaban fuera en el balcón con la puerta cerrada. El instinto que el padre tuvo fue sacarlos para que sus hijos no tragaran humo, pero lo hizo perfecto, porque al cerrar impides que le entre aire, no le entra oxígeno al fuego y se consume solo”.
No fueron efectos especiales como los que vemos en las películas, fue la invención y el riesgo de los agentes:
“Subo desde el coche y me sujeto en el balcón. Con mis brazos tengo que soportar mi peso más el de todo lo que llevo y ahora se me descuelga una criatura con 14 años y se te cuelga por el cuello a peso… Alberto tuvo que cogerla y colocarla en el suelo. Manu actuó rápidamente y se subió al tejado”, sigue Alejandro.
Alberto destaca que vecinos se fueron personando para ayudar:
“Mucha gente querría actuar y directamente abrir la puerta e intentar acceder al domicilio y rescatarlos de alguna manera. La decisión que se tomó fue acertada porque el peligro estaba en la planta de abajo, porque era donde se propagó el fuego. El abrir la puerta podría haber provocado una llama y el humo acceder más a la habitación de arriba”.
Una vez rescatados, llegaron los bomberos a los que se
“les informó que todas las víctimas estaban fuera. De hecho, el señor que vive en la casa colindante (que es voluntario de Protección Civil) nos preparó el salón y estaban todos allí. Cuando ellos fueron, solamente tenían que actuar en lo que era el propio incendio”. Y la ambulancia les atendió en el lugar, pero sin precisar traslado hospitalario.
Manu recuerda el agradecimiento del padre:
“No estáis solo para denunciar, también estáis salvando vidas”. Mientras que Alejandro recuerda:
“Cuando terminamos con la intervención y la familia estaba dentro de la vivienda, la cara de los niños era un poema (con edades de 1, 7, 10, 14 y 18 años). Una mirada totalmente perdida, no daban crédito. A lo mejor le hacías una muestra de cariño a ver qué tipo de reacción podían tener y era cero. Los padres sí te respondían, pero los niños estaban en estado de shock”.
Tras la intervención, Manu subraya:
“Es la satisfacción de que lo que estás haciendo y el uniforme que te pones a diario cuando te levantas y tienes que trabajar, la labor bien hecha y el trabajo que más te gusta”. Tras escucharles, queda claro que no solo son policías, son héroes, nuestros particulares
“ángeles de la guarda” que no se pensaron arriesgar su vida por salvar a los vecinos.
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