Ante todo quiero dejar claro un aspecto de la gramática de Lengua Española, el cual nos dice que gran parte de los sustantivos cuya forma masculina acaban en “ista”, permanecen invariables en el femenino. Siendo el artículo que les acompañe quien nos dirá a qué género nos estamos refiriendo. Ejemplo: ciclista, novelista, artista… También podemos encontrarnos otros sustantivos invariables tales como: Atleta, policía, modelo, maniquí, profeta, joven, testigo… de todo ello podemos deducir que no siempre la o/a nos van a identificar o indicar el género de la misma.
Tanto es así, que algunas palabras presentan formas completamente diferentes para indicarnos el masculino y el femenino: madre/padre, yerno/nuera, caballo/yegua… o aquellas que adquieren significado distinto al terminar en a/o: bolso/bolsa, caso/casa, naranja/naranjo, rato/rata, libra/libro, suelo/suela, tallo/talla/… también existen aquellas que el propio artículo que las acompaña nos indicará significados muy distintos: el capital/la capital, el cólera/la cólera, el cometa/la cometa, el cura/la cura, el frente/la frente, el orden/la orden…
El lenguaje siempre ha querido recoger el máximo de expresiones y plasmarlas con la más rigurosa y económica forma de administrarlo, para un más cómodo uso del mismo. Las normas no son eternas. Éstas siempre han sido adoptadas por las personas encargadas, estudiadas y preparadas para ese cometido. Que actualmente el número de hombres es muy superior al de mujeres en la Academia de la Lengua Española, pues será una “norma” más a cambiar.
Pero todos estos cambios, admisión de nuevas palabras derogación de otras en desuso… han de venir siempre desde el respeto, la responsabilidad y como no… desde la inteligencia. Dejando muy de lado el machismo, la misoginia, el hembrismo, la androfobia y centrándonos en la Equidad de Género.En pruebas de ciclismo, como los maratones de BTT donde la duración de las mismas puede dar lugar a la imperiosa necesidad de alivio de la vejiga, he podido ser testigo por desgracia del “cachondeo” de algunos compañeros ciclistas en viendo a una ciclista en éstos menesteres. -¡Qué pasa, que tú no meas! No he podido evitar el espetarle, afeándole el fijarse en tan normal detalle.
Porque les repito, en la educación, en el respeto, en la inteligencia a la hora de reclamar nuevos cambios y significados de las acepciones estará el éxito de las mismas, tanto desde un lado como del otro. El problema no está en la desnudez, (ni tan siquiera si termina en o una palabra, o si es mejor que termine en a), el problema radica en la mente de la persona que la lee y en los ojos del individuo que mira.
En una emisora de radio, una persona argumentaba con estas palabras: Si tenemos una reunión de profesores en la cual hay reunidos veinte “tías” y un “tío” a ello no se le debería llamar reunión de profesores, sería más correcto llamarle reunión de profesoras. La verdad me sentí muy mal… no por el uso del género, sino por el uso de la palabra tío/a, porque… estas personas reunidas, si todas tienen sobrinos, correcto, serán tías/os, de no ser así, no son ni tíos, ni tías. Hubiera sido más inteligente al referirse a la reunión haciendo alusión a una asamblea de personas las cuales acordaban las oportunas iniciativas… etcétera y todo con palabras terminadas en a.
Tenemos una Lengua Española con muchas posibilidades. Sigamos enriqueciéndola usando la inteligencia, con actitudes que favorezcan la convivencia, que mejoren nuestras relaciones, que favorezcan el encuentro y la unión de las personas.