Dice el diccionario, fantástico libro lleno de palabras, que un sarao es una fiesta informal nocturna, una fiesta distendida en donde se baila, se habla con los amigos y se pasa un rato fenomenal, de eso se trata. El jolgorio del verano, según muchos.
Mis amigos y yo, tenemos un concepto playero de sarao, porque nuestros saraos los celebramos en la playa con la fresquita y le añadimos un menú asequible al lugar con bebidas refrescantes que van desde el agua a la cerveza pasando por algún refresco de cola o limón, y, la música sólo la de mi guitarra y mi voz un tanto perdida entre sonido de olas y estrellas fugaces. Con motivo de la despedida de vacaciones y porque luego ya no nos veremos tan a menudo, el otro día celebramos un sarao de campeonato, el último del verano. Se había deshilachado la única nube gris que había llegado con el atardecer.
Hablamos como si nunca lo hubiéramos hecho y comentamos proyectos de otoño. Unos se marcharon a Sevilla, otros a Jaén, Granada o Córdoba. Yo volveré a Málaga. Ellos siempre me comentan que tenemos mucha suerte `porque voy de mar a mar. Sonrío y les doy la razón porque la tienen. El sarao que se lleva la palma para mí este verano fue el de Marbella, con la gala Starlite y su alfombra roja llena de famosos. Yo estuve días antes de esa alfombra roja, oyendo a James Blunt. Disfrutamos muchísimo. Él nos hizo corear, aplaudir, saltar, emocionarnos. Ciertamente oír la sensibilidad de “You’re beautiful” en directo es una experiencia única y muy reveladora.
Ojalá conservara para siempre en mi memoria la intensidad de estos momentos. Algunas veces los escribo, pero los sentimientos, aún impresos para que queden más presentes, se diluyen entre las hojas y las líneas. El corazón aguanta las despedidas y los reencuentros. ¡Ay las fiestas del verano!