De pequeño, aquella película “de romanos” fue de visionado casi obligatorio para descubrir la procedencia del nombre de mi madre. Un capricho de mi abuela que tras leer la novela, decidió que su futura hija se llamase Ligia. Al cabo de los años pude leer la novela, una obra extensa que a medida que avanzas en la lectura se hace interesante en cada una de sus situaciones con personajes inolvidables. Corrían primeros de los años 50 y a Hollywood que no se le escapa una, la llevó a la gran pantalla.
Hablar de “Quo vadis?” es hablar de CINE en mayúsculas. Artesanos del audiovisual y un elenco de infarto: Robert Taylor, Deborah Kerr, Peter Ustinov… por cierto este último, considerada la mejor interpretación cinematográfica del cruel y antojoso Nerón. La obra literaria del escritor polaco Henryk Sienkiewicz es una inmersión en la sociedad romana de mediados del primer siglo.
No muy lejos su contenido de acontecimientos o situaciones sociales de hoy en día, hace que su obra sea universal y empatice con el lector de ahora. Cinematográficamente hablando es una joya. Su colorido en la fotografía y grandes encuadres, donde se transmite la majestuosidad y grandiosidad de la Roma imperial, producen un verdadero espectáculo.
Su vestuario, iluminación, así como la interpretación de actores y actrices, hoy pertenecientes al Olimpo de los dioses cinematográficos, hace que junto a los pasajes musicales de Miklos Rozsa, vibremos de emoción junto a Ursus en la arena del circo, asombrados ante la majestuosidad de la ciudad, temerosos de cualquier mandato del temible Nerón, o admirados por la fortaleza de fe de Pedro, volviendo a Roma.
Aquel cine de cartón de piedra, poseía y posé, el alma y talento de cientos de artistas, referencia de sueños e historias inmortales de nuestra cinematografía.
