Siempre tan refranero no podré nunca olvidar aquello de: otro vendrá que bueno te hará. Viene a colación el anterior para destacar que va a parecer que José Luis Rodríguez Zapatero no fue tan nefasto para España. Su sucesor, Pedro Sánchez, que no me quita el sueño, pero que es digno de análisis, está convirtiendo al anterior en todo un éxito. Zapatero llegó de rebote. Sánchez nació para llegar y se ha encontrado con una España distraída, que discute sobre sacar a Franco, que vive de las subvenciones que dice haber roto el bipartidismo y que parece haberse oxigenado con el movimiento 15M. Pero, eso, solo eso.
Pedro Sánchez, político mentiroso, que ocupó la poltrona con una moción de censura apoyándose en lo peor de la política, sabía de sus dificultades y ha engañado a diario. Gobernar España en minoría, fijar pactos con el diablo independentista y del Estado, fusilar la Nación (en la escuela no aprendió bien el concepto) y movilizar a las masas, en un claro y feroz populismo, han sido sus cartas ante un público que desconoce el término de un coro serio y solo aprecia al espectador aborregado e ignorante.
Sánchez podrá decir lo que quiera y donde quiera, sus acólitos y palmeros de salón lo clamarán donde vaya, pero ahí están sus hechos. Los libros de Historia, que en generaciones venideras sean serios, lo van a plasmar como el político de la política inexistente que aspiraba a ocupar el sillón con un único fin: sacar a Franco del Valle de los Caídos. Dicen que las penas te hacen más humanos y las caídas más humildes. Ambas cosas escapan de este personaje que se ha atrevido a sentarse en el sillón de la Moncloa sin haber dado un palo al agua. Humanidad cero y humildad desconocida.
Su tesis, prostituida antes y después, es una buena muestra de cuanto decimos. Sus andares y su sonrisa, el mejor ejemplo de que hemos perdido nivel y nos encontramos con las consecuencias de haber reforzado los procedimientos y las actitudes. No tiene sentido al ridículo porque aprendió el concepto mientras lo hacía y además lo felicitaban por ello. ¡Que no salga en las urnas! No nos merecemos a un memo como Sánchez. Las próximas elecciones generales deben ser la de la regeneración de España. Con tanto partido y tan poco nivel, mucho me temo que los resultados puedan ser favorables para acabar con la corrupción, crear puestos de trabajar y dar una imagen más seria dentro y fuera del país.