Octubre, has venido esparciendo tus mejores atardeceres. Con ellos dentelladas de rojos fagocitan la grisácea blancura de unas nubes acongojadas por perder su protagonismo ante la inminente y oscura noche. Incomparables luego, los colores de sus mañanas pues el otoño y sus crepúsculos siempre nos recuerdan que lo más bello de esta estación siempre está en las alturas. Equidistante a él, como un contrasentido, la primavera invitándonos a mirar hacia el suelo por la hermosura y el intenso cromatismo de sus flores.
Octubre, con tus tiempos, tus contrastes, medidas y colores que te hacen tan diferente. Cielos inéditos para cualquier otra estación y que vienen a demostrarnos la importancia de agradecer tantos regalos con los que la naturaleza nos premia en esta maravillosa piel de toro que es España. Bellos y singulares paisajes- hasta envidiables por sus tradiciones para un extranjero- que no entienden de ideologías, de desuniones entre hermanos y mucho menos de barricadas callejeras.
Octubre, con tus problemas de los últimos años acrecentados a lo largo de esta triste semana por el conflicto catalán,has hecho que resulte imposible encontrar una respuesta coherente a la pregunta del por qué está ocurriendo y a quienes está beneficiando tanto daño.
El cáncer, siempre tan mortal, ha llegado también a muchas formas de entendimiento en las que se imponen dogmatismos desde edades tempranas y en las que se llega a ver a un español como un ser malvado y opresor… ¿Qué país estamos construyendo?
Octubre, ojalá vengas marcado con los verdes primaverales de la esperanza y la concordia y no con tus rojos cielos reflejando ahora las calles que arden porque existen individuos que quieren tener un dni distinto al que ya tienen en su cartera.
Octubre, para desear que además del ser el décimo mes en el que cambiamos la hora,seas además el mes del principio del fin. España no merece ser balcánica como pretenden muchos.Venía a decir Fernando Pessoa algo así como que no hay un poniente tan bello que no pueda ser mejorado por otro. Tal vez necesitemos ver más atardeceres para valorar con ello la importancia de caminar unidos en aras del bien común.