‘Lucía te he llamado tres veces y nada, y además me sale que estás en línea. ¿Por qué no contestas? ¿Qué estás haciendo? ¿Estoy esperando tu respuesta? ¿Con quién estás?’. Esta sucesión de mensajes son los que un día cualquiera puede recibir una mujer de su pareja; una forma de acoso que estamos aceptando como normal, cuando no lo es. Desde el
Centro de Información a la Mujer (CIM) nos hablan de las distintas situaciones que viven muchas mujeres en
Antequera.
No estamos hablando de un caso aislado, esta situación se repite cada vez más en el día a día de muchas mujeres, especialmente en las más jóvenes que por el miedo a decir no, se ven envueltas en una espiral de la que es difícil salir.
Ante esta situación, nos preguntamos qué podemos hacer para revertir estos comportamientos, muchos de los cuales, acaban en violencia contra la mujer. Por eso nos sentamos frente a frente con las mujeres que atienden en el
Centro de Información a la Mujer del Ayuntamiento de Antequera. Ellas conviven con esas situaciones, con las miradas de muchas de esas mujeres que llegan ante ellas y buscan una salida. Muchas ni siquiera saben que están sufriendo malos tratos; otras, sin embargo, necesitan una mano en la que apoyarse para poder dar el paso necesario para denunciar. El temor, el miedo, la inseguridad, la soledad, los hijos… son los principales argumentos que ofrecen para no dejar a sus parejas.
En esos puntos, la labor de
Nuria Casaus, Teresa Ruz, Verania Casaus y Encarni Ortiz es esencial dar a esa persona las herramientas necesarias para dar el no definitivo y acabar con ese abismo que tienen ante sus pies.Llegar a ese paso es complicado, por eso ellas con el respeto, confidencialidad y sensibilidad necesarias, están para darles una salida a muchos de esos casos en los que se sufre de forma física, sexual o psicológica.
Primeros pasos a seguir
Queremos partir de ese momento que es dejar el miedo aparcado y ser valiente para enfrentar lo que viven y poder contarlo. Para ello, pueden hacerlo a través del teléfono nacional de atención a la violencia de género,
016 o el teléfono gratuito de información a la mujer
900 200 999. “Aquí te atiende una profesional que te orienta sobre los pasos a seguir; por teléfono te indican que se pueden denunciar los hechos a los cuerpos de seguridad; en el caso de Antequera, a la Policía Nacional, en los casos que no hay, a la Guardia Civil. O incluso con el programa SAVA (Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía) a la Policía Local que en determinados municipios está trabajando con estas mujeres. Lo que suele ocurrir es que las derivan a servicios especializados, en este caso al Centro de Información a la Mujer”, señala Nuria Casaus, que además añade:
“Nosotras las atendemos, de entrada se les hace hincapié que estar aquí, no es denunciar”.
Teresa Ruz destaca que
“éste es un sitio cercano, que no les tengan miedo. Aquí no se denuncia, se da información”. A lo que también subraya Verania Casaus:
“Es un servicio gratuito, no se necesita cita previa y es confidencial completamente. Una vez aquí les informamos, lo que pueden hacer y lo que no, los derechos que tienen, el asesoramiento, la acogida y que la última decisión la tiene ella”. Y continúa Nuria:
“Nos ponemos en el lugar de ellas, la empatía es esencial para poder estar a su mismo nivel, sobre todo que esa mujer cuando salga de aquí tenga claro qué derechos y qué es lo que ella puede hacer”.
También
“hay mujeres que sienten cierto malestar, y sin embargo en la entrevista con nosotras ni siquiera reconocen que son víctimas de violencia porque tienden a normalizar ese tipo de situaciones. Cada mujer es un mundo, y la atención que va a recibir es diferente. No es lo mismo la mujer que sabe que su relación con la pareja no es buena, pero no detecta esas situaciones de violencia, entonces hay que hacer un trabajo más profundo con ella; o luego, sí hay mujeres que sí tienen claro que sufren violencia y ha llegado el momento que ya no quieren seguir con esa situación. Hay que hacer un trabajo más personal, el asesoramiento jurídico, a dónde puedes acudir, a dónde pueden llevar la separación, si te corresponde justicia gratuita o no. Y otras necesitan otros servicios paralelos, atención psicológica, orientación laboral, la intervención de la trabajadora social. Y el tema de los menores, porque muchas tienen hijos y ellos son víctimas de esas situaciones”, resalta Encarni Ortiz.
En este aspecto con los menores, desde el CIM
“tenemos un programa con ellos de atención psicológica tanto a modo grupal, como individual con los pequeños de 6 a 12 años, y con los adolescentes”, añade Encarni.
El perfil de la mujer que va al CIM
Hoy día no podemos hablar de un perfil concreto para la mujer que padece malos tratos, porque no se ajustan ni a nivel educativo, económico ni social, y no se pueden encasillar en determinados marcos de comportamiento concretos.Verania nos dice que
“lo que sí va ocurriendo es que va bajando la edad, las mujeres son cada vez más jóvenes”. A lo que añade Encarni:
“Antes eran mujeres mayores, con varios hijos, que llevaban sufriendo malos tratos durante años; y ahora, cada vez nos llegan chicas más jóvenes, incluso adolescentes porque las relaciones de pareja han cambiado, son de períodos de tiempo muy corto, y sin embargo la explosión de la violencia se ha producido en ese tiempo”.
Situaciones que hacen analizar el día a día que se vive en esta problemática, donde la balanza de las edades de las mujeres que sufren violencia fluctúa:
“Durante muchos años ha sido una problemática encasillada dentro del ámbito familiar. Las mujeres eran las primeras que tenían vergüenza de acercarse a un servicio a decir que sufrían malos tratos. Hemos tenido que hacer un trabajo de concienciación muy importante. Ahora, las mujeres cada vez se sienten más fuertes y más capaces. Sí es verdad que ha habido un descenso en cuanto a la edad, pero ha habido un aumento de mujeres que son capaces de informarse”, manifiesta Encarni.
En este aspecto, en el de la juventud y la adolescencia, Teresa Ruz se muestra firme:
“De la violencia que existe entre los jóvenes y adolescentes, no nos enteramos de muchísimas situaciones. Muchas veces esperan a ver ‘si se les pasa o cambia’, hay mucho oculto en esas relaciones que se están teniendo como normales y no se están llegando a denunciar”.
Violencia sexual en adolescentes
Es inevitable abarcar la violencia sexual existente en los adolescentes, tema que va en aumento y que es un gran desconocido para las familias y los centros educativos, oculto porque muchas niñas y jóvenes, se ven inmersas y por el miedo a contar lo sucedido, no son capaces de salir de él.
“La violencia va evolucionando. Hay un aumento de violencia sexual entre jóvenes y adolescentes. Los niños están visionando porno desde los 8-9 años, prácticamente desde que les damos un móvil con datos. Las niñas siguen dejándose llevar por lo que los niños les dicen lo que es el amor y el sexo. Tenemos a niñas de 12 años que salen con chicos mayores que les dicen cómo tienen que mantener las relaciones basadas en el porno, donde a las mujeres nos cosifican, nos maltratan y simplemente nos tratan como objetos de placer y además, lo hacen sin medidas de protección”, lamenta Teresa Ruz. Pero remarca además que
“no es culpabilizar a los chicos, sino que tenemos que trabajar con las niñas para enseñarles a decir no, se trata de educación afectiva-sexual, es enseñar herramientas para decir qué es lo que no se quiere. Y a los chicos, enseñarles a respetar ese no. Y ahí, los padres y las madres tenemos una responsabilidad. Estas cosas ni se hablan en las casas ni en los centros educativos. Si trabajamos eso, prevenimos y reducimos”. Papel determinante los Talleres Afectivo-Sexuales donde se tratan estos aspectos tan decisivos en el desarrollo de la persona.
Cuando las escuchas relatarte muchos casos de jóvenes atrapadas en juegos sexuales que no se atreven a contar a nadie, o niñas que no son capaces de saber si lo que hacen es lo que deben hacer o no; piensas detenidamente en todas las adolescentes y niñas que tienes a tu alrededor, en tu familia, y sientes auténtico miedo. ¿Cómo se sentirán ellas o sus padres al saber que ocurre algo y su hija lo oculta o tapa? Estamos ante comportamientos sobre los que se cubre un velo demasiado oscuro.
Datos de Violencia de Género en Antequera
Analizamos en profunidad los datos de los casos de violencia de género en Antequera y comarca, teniendo en cuenta que es un trabajo de coordinación entre el Centro de la Mujer; la Policía Nacional –a través del equipo especializado de la UFAM (Unidad de Familia y Mujer)–; la Guardia Civil –ya que atienden a mujeres de la comarca–; la Policía Local; Hospital y Centro de Salud; Colegio de Abogados y Juzgado, todos están dentro de la
Comisión de Seguimiento por los Malos Tratos (a los que también se han sumado otros años, la Fiscal de Violencia de Género, el Instituto de la Mujer, Diputación, SAVA y la Unidad de Prevención de Subdelegación). En esta Comisión que se reúne una vez al año, lo hicieron el pasado 8 de noviembre, y se sientan a analizar los casos, seguimientos y procedimientos existentes en este tiempo.
Cada uno de estos lugares atienden a las mujeres por separado, lo que quiere decir que algunas veces ella se informan en el CIM y no ponen denuncias; otras veces ponen denuncias, pero no piden asistencia; y en otros casos llegan los partes de lesiones de la atención sanitaria y por último, son atendidas en los Juzgados de Violencia de Género (VioGe).Profundizamos en estos datos de la mano de Nuria Casaus. Primero desde el CIM, apunta que
“en lo que va de año 2019, de enero a septiembre; se han atendido a 48 mujeres, siendo 24 casos nuevos y 24 atendidos anteriormente. Dato importante éste porque significa que hay mujeres que no denuncian o no quieren hacer nada y vuelven a venir. De los mismos, solo 20 han denunciado; hemos tenido dos casos de abusos sexuales; 11 móviles de seguimiento y 2 que han ido a casas de acogida”.
Por otro lado, están los datos que ofrecen la UFAM, unidad que en Antequera
“ha aumentado el número de profesionales –actualmente son cuatro y se aumentará a seis–, ya que además de trabajar la prevención, protección y seguimiento y ahora, se complementará con otros policías que se van a centrar en la investigación. Este equipo se ocupa de violencia de género, violencia doméstica, violencia sexual y menores”.
De sus datos en lo que va de 2019, hasta octubre han denunciado 50 mujeres, de las que se han solicitado 31 órdenes de protección, siendo 21 las concedidas por los jueces,
“por lo que el 68 por ciento de las mujeres que solicitan orden de protección, se las están concediendo. También cabe destacar que ha habido 7 casos de agresiones sexuales y 6, por abuso y corrupción de menores”. Si comparamos 2019 con en 2018 (53 denuncias),
“hay tres denuncias más, por lo que hay más denuncias este año ya que aún quedan los meses de noviembre y diciembre”.
Por otro lado, los datos arrojados del Hospital
“nos afirman que ha habido 50 partes de lesiones que se remiten al Juzgado; 23 han sido en el Hospital y el resto, atendidos en Atención Primaria”. Y por parte del Colegio de Abogados, en 2018, se hicieron 88 asignaciones por Violencia de Género, y en lo que va de 2019, hasta septiembre, 116 asignaciones;
“por lo que han aumentado estas cifras”.
Todo esto nos señala, al menos una línea muy importante que
“al menos 20 de las mujeres que atendimos este año han denunciado, pero sin embargo hay más, ya que hay 30 denuncias, 30 mujeres de las que no teníamos conocimiento”. Estas cifras hay que mirarlas en positivo, pensando que cada vez más, las mujeres tienen más herramientas para denunciar y se atreven a hacerlo.
El mito de las denuncias falsas
Si miramos atentamente todos estos números que ahora cabalgan en nuestra mente, los mismos vienen a afirmar que existe un falso mito cuando se dice que muchas de las denuncias por violencia de género son falsas.
“La gente dice que muchas mujeres quieren denunciar porque quieren conseguir una mejora en las medidas que se acuerden a nivel judicial sobre menores o divorcio, la mayoría de los datos reflejan que no es verdad”, hace especial hincapié en ello Nuria Casaus.
Los datos de la
Fiscalía General del Estado reflejan las denuncias existentes desde 2009, analizando los últimos 10 años. En este período de tiempo ha habido un total de 1.389.133 denuncias de las cuales solo el 0,010 han sido falsas. Los datos hablan por sí solos.Entonces ¿por qué se habla de que muchas de esas denuncias son falsas? La respuesta nos la ofrece Nuria:
“Muchas sentencias terminan absolutorias, porque las mujeres se acogen a su derecho de no declarar y lo que se ve en la calle, en este caso, es que consideran que ese juicio ha sido sobre una denuncia falsa. Lo primero que hay que decir es que una denuncia es falsa, cuando existe una resolución judicial, una condena expresa, que dice que esa mujer ha mentido”.
Es más, añade más datos:
“Salen casos absueltos en la mayoría de las veces porque las mujeres ponen la denuncia y luego se arrepienten por las presiones que están sufriendo. Y le dan otra oportunidad. Y también hay que tener en cuenta, los casos en los que los malos tratos se hacen en un entorno privado, tan privado, que es muy difícil de probar”.
El excesivo control existente hoy día
Las herramientas con las que disponemos hoy día, nos facilitan el trabajo la labor que desempeñan, pero también tienen el efecto contrario. Un caso claro, son los móviles y los servicios de mensajería instantánea, algo que reflejamos al iniciar este artículo.
Teresa Ruz nos explica este apartado:
“Hay mucho control, el móvil ha facilitado controlar a la otra persona a otros niveles, incluso les ponen el geolocalizador a sus víctimas, preguntan por los mensajes: ‘dónde estas’, ‘dónde estás durmiendo’, ‘por qué no contestas’… La violencia va transformándose y el móvil es una herramienta de control muy fuerte”.
El maltratador ejerce un gran control sobre la persona,
“muchas veces no llegan a tocarlas, pero es un control absoluto de la persona, por ejemplo, con las chicas jóvenes”, manifiesta Nuria Casaus quien además nos explica casos de chicas que no pueden separarse de móvil en ningún momento para poder contestar a sus parejas de forma rápida y evitar el enfado de estos.Pero también están los numerosos casos de
“absoluto control de la mujer: te pones esta ropa, estas joyas, me das los tiquets de las compras, control económico, controlan su ropa íntima cuando salen a la calle o cuando vuelven de trabajar, incluso te exploran”, remarca Encarni Ortiz; a lo que incide Teresa
“la realidad supera a la ficción, el control no es amor”.
Relatos que uno no consigue asimilar en esta entrevista, pero ante los que Encarni vuelve a repetir
“a esas situaciones no se llegan de hoy a mañana, hay un trabajo minucioso que te va controlando, te va haciendo perder tu autoestima y llega un momento en el que esas situaciones, estás tan metidas en ellas, que las vives de una forma normal y no te atreves a pararle los pies porque te preguntas si esto es sin poner resistencia, si me opongo, por dónde sale esto”.
Recalca Encarni:
“Tenemos que tener en cuenta que una persona maltratadora lo primero que hace es aislar a la víctima en todos los sentidos. Una persona que se siente sola es mucho más vulnerable”.
Es inevitable pensar en el caso contrario, en el que el hombre es maltratado, considerado este punto como violencia doméstica; concretamente Verania nos apunta
“Sí hay hombres que sufren maltrato y tienen derechos igual que las mujeres, pero claro, no hay tantos, son porcentajes mínimos comparados con los de la mujer. Aquí, en este centro, vienen y los atendemos en las mismas condiciones que atendemos a las mujeres”. Y Nuria nos informa de dos casos que tienen concedido orden de alejamiento.
Edificio de la Igualdad
El pasado 31 de octubre, Antequera acogió las
Jornadas Técnicas sobre Violencia sobre la Mujer, donde la fiscal delegada contra la Violencia de Género en Andalucía,
Flor de Torres Porras, habló de la importancia de la creación de un Edificio de la Igualdad.
Nuria Casaus señala esta línea de trabajo:
“Primero lo que había que hacer, escarbar el terreno impregnado de construcciones patriarcales, micromachismos, sumisión, ideas del amor romántico. Una vez hecho, se abona con los derechos. Y luego, se divide el edificio en tres plantas. Una primera, que es la prevención, la educación en valores de los menores donde siempre deben ir de la mano las palabras igualdad y género. Después una segunda planta, consolidación de la educación y la igualdad, tanto en los colegios, las familias y la sociedad. Y luego la tercera planta, el tema de la rehabilitación de los maltratadores. Si esto se va edificando, sí se hablará de que todos somos iguales”.
Esencial las campañas de prevención y sensibilización que son las que ayudan a que existan más denuncias y se acabe con el miedo.
Permítanme, decir que yo como mujer y madre de una niña, miro al futuro –más cercano que lejano– de forma positiva y espero algún día poder escribir que hemos acabado con esta lacra social. Hasta entonces, si usted ha llegado hasta aquí y siente que está sufriendo cualquier tipo de maltrato o acoso, no tenga miedo y dé el paso. Y si por el contrario sabe de alguien que lo está padeciendo, dele la mano para que esa eterna soledad que tiñe la vida de esa mujer, cambie de color y se convierta en blanca libertad.