La Política del siglo XXI que estamos viviendo está copando el protagonismo en medios de comunicación y redes sociales, contagiando en ese estado de la sociedad en la que ya no hay escrúpulos, ni valores, ni consenso ni prioridades.
Quizá la falta de “memoria histórica” nos lleve a no saber lo que significó la Transición para dar un paso hacia la Democracia; ni seguir en las “dos” Españas de la Guerra Civil. Mientras, cada vez nacen menos niños (los que deben de garantizar el bienestar social de una población cada vez con mayor esperanza de vida), hijos que crecen viendo en casa el “comecocos” de la televisión que hoy vemos, la adicción a los móviles y unos padres que no estamos en lo que debemos y no podemos dejar en los profesores, la vital misión de educarles.
Ante este estado caótico del “todo vale” y la manipulación y propaganda en la que estamos continuamente bombardeados, queremos compartir tres puntos de vista diferentes en este editorial.
Por un lado, nos comparten un artículo de “El País” de Manuel Vicent sobre un piloto que dice así: “A las 14.30 del pasado lunes, 3 de febrero, terminó la sesión de apertura de las Cortes en cuyo acto solemne e institucional los partidos políticos no dejaron de enfrentarse a cara de perro, enredados en una pelea de patio de colegio sobre los aplausos al Rey. Mientras en los pasillos unos presumían de haberle aplaudido mucho, otros solo un poco y otros nada, a esa misma hora del aeropuerto de Barajas despegaba un Boeing 767 de Air Canadá con destino a Toronto. Apenas levantado el vuelo el piloto comunicó a la torre de control un problema técnico que impedía seguir el viaje”.
“Los pasajeros del Boeing oyeron una explosión y al comprobar que el avión no tomaba altura comenzaron a alarmarse. Pero el comandante de la nave, lejos de mentir como un político, les explicó con todo detalle cuál era el problema y la forma de solucionarlo porque lo había practicado más de cien veces en el simulador.
Ante su explicación sencilla y racional los pasajeros se calmaron”. Y termina contundenete: “Si la crispación política se hubiera instalado en Barajas, el avión se habría estrellado”.
Por otro lado, Joaquin Phoenix al recoger su Oscar, en su discurso, reconoció que había pasado por diferentes situaciones en su vida, pero caló su crítica hacia la sociedad de hoy.“Nos hemos desconectado del mundo natural y vivimos en un mundo egocéntrico, nos creemos el centro de todo y explotamos nuestro entorno para nuestro bien… Creemos que la idea del cambio político es que tenemos la necesidad de sacrificar algo, pero cuando aprovechamos el amor como principio podemos llevar a cabo sistemas de cambio beneficioso para el ser humano”.
Y por último, la locutora de la Cadena Ser en Málaga, Esther Luque, nos dejaba su testimonio de cómo afrontar las adversidades: “Si tuviera que resumir mis últimos nueve años en pocas palabras diría: un diagnóstico de cáncer de piel, la muerte de mis padres y un nuevo diagnóstico de cáncer, en este caso de mama y por este orden. ‘Qué triste’, pensarán ustedes, ‘qué mala suerte la de esta muchacha’. Pues según como se mire, porque también han pasado cosas maravillosas en mi vida profesional y personal”.
Pero “¿cómo convertir en aliado algo que provoca tanto dolor? Me di cuenta de que rebelándome contra la enfermedad y sus consecuencias me destruía por dentro”.Termina diciendo: “Tengo que devolver todo lo que me han dado en mis días más oscuros, por eso aunque tengo el pelo más corto, también tengo la sonrisa más larga. Ahí fuera me están esperando”.
Cuando lean la crispación de un político, piensen en casos como los del piloto, Joaquin y Esther. ¡Hay esperanza! ¿Cambiamos el cuento de la crispación política? Si cada uno lo hace en su vida, llegará a los que tienen poder. Por nuestra parte, es lo que intentamos… ¿Te animas a seguir?