viernes 22 noviembre 2024
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Domingo de la Santísima Trinidad

Siendo estudiante pasé el mes de agosto de 1958, en una escuela rural de los montes de Álora. Allí hice mis primeros pinitos como predicador. Cuando tuve que hablar de la Santísima Trinidad me esforcé, pero no se me olvida el rostro de los campesinos. Hablar de la Santísima Trinidad resulta difícil, para quien habla y quien escucha. Por eso, cada vez que hablo de este Misterio, humildemente intento hacerlo desde la revelación. Porque Dios, cuando revela algo, no lo hace porque Él lo necesite, sino porque lo necesitamos nosotros.

Y la Sagrada Escritura, primero deja entrever el Misterio de la Trinidad y después lo proclama abiertamente. Lo deja entrever en su mismo arranque, cuando relata la creación: “Dijo Dios: Exista la luz, y la luz existió, dijo Dios y fue hecho cuanto dijo.” Pero ante la creación del hombre, cambia y proclama: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” ¿Qué está dejando entrever ese plural, hagamos? ¿Por qué en plural si Dios es uno? 

Tendrá que venir Jesucristo para aclararlo. Él, constantemente remite su vida al Padre. Lucas recuerda que abre y cierra su evangelio haciendo referencia al Padre. Con doce años dice: ¿No sabíais que debo estar en la casa de mi Padre? Y en la cruz, su última Palabra es: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Jesús afirma que el Padre y Él son diferentes, pero también declara: “El Padre y yo somos una misma cosa. Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Más aún, pues añade: “Os conviene que yo me vaya, porque cuando me vaya os enviaré el Espíritu que procede del Padre. Él os lo recordará todo”. Y ya resucitado, encarga a los suyos: “Id por todo el mundo y bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Fijaos, la Biblia que deja entrever la Trinidad, en el AT, cierra el NT diciendo: Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y así, la revelación, que comenzó con el plural, hagamos, termina con el singular, en el nombre,  porque Dios: Padre, Hijo y E. Santo, son uno, dice Jesús. 

Mas podemos pensar: “Que Dios sea Trino, ¿qué nos enseña?” La Sagrada Escritura ya nos había dicho que llevamos la huella de Dios, pues hemos sido hechos a su imagen y semejanza. Semejanza o huella que hemos de conservar y cuidar. Pues bien, si Dios Trinidad es una comunidad de amor, tan perfecta que siendo Padre, Hijo y Espíritu, es un solo Dios, su huella en nosotros nos está diciendo que hemos de cuidar y desarrollar la relación. O con otras palabras: sólo nos realizamos construyendo la comunión, la comunidad, la familia, amándonos. Porque somos relación. 

¿Y qué más nos dice? Que si los padres desean que sus hijos se parezcan a ellos, Dios también. Y si Dios Trinidad: ama como Padre, es amado como Hijo y es el amor, como Espíritu, entonces: todos estamos llamados a amar, dejarnos amar y convertirnos en amor.

Por esto, cuando crecemos en el amor estamos siendo fieles a la imagen de Dios y nos santificamos. ¡Qué suerte la nuestra! Dios Trinidad nos ama, y por eso, ante el Padre somos hijos que podemos llamarle Abba; ante el Hijo somos hermanos; y con el Espíritu, Amor del Padre y del Hijo, nos hacemos templos de Dios. Qué gran tesoro llevamos. Alegrémonos y vivámoslo.

Por otro lado, hoy celebramos el Día Pro Orantibus. Día de las personas que se han entregado a Dios con un corazón orante y misionero. En Antequera tenemos cuatro monasterios de clausura: los de las Dominicas, las Clarisas y dos de Carmelitas, Calzadas y Descalzas. ¡Enhorabuena, hermanas y novicias!

Más información, próximas ediciones www.elsoldeantequera.com y de papel, el sábado 6 de junio de 2020 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción). 
 
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