El mundo de la Música y del Cáncer llora la muerte de Pau Donés, el cantante que nos dio alas para bailar al son de “La Flaca”, reflexionar con “Te miro y Tiemblo”, cuestionar lo normal con “Depende” y denunciarlo con “Grita”; acariciar la muerte con “Humo”; o su testamento en forma de testimonio: “Eso que tú me das”. Quienes hemos sentido el “humo” del temor a la muerte y hemos tenido la fortuna de una segunda oportunidad, te hace valorar más y mejor la vida, pero también tener presente a la muerte, hasta el punto de poder hasta obsesionarte con ella.
En estos días de pandemia, esperaba que el mundo cambiara y aprendiésemos la lección: ¡hay que cuidar nuestro entorno! Pero cuando leo disparates y crispaciones de nuestros políticos (todos y todas) y el respaldo de sus masas, me preocupa el mundo en el que vivimos y la tierra que legaremos a nuestros hijos.
La muerte es algo tan corriente como el respirar, pero a veces tiene que morir alguien como Pau Donés para que al menos, durante unas horas, nos mueva la conciencia e intentemos mejorar. (Lo de (DEP)ende me llamó la atención en Twitter y lo utilizo para el inicio del título). Pero no aprendemos, hay cuestiones como las enfermedades que no priorizamos en su investigación, prevención o curación. Pero sobre todo por sus familias, las que se quedan cuando uno se va…
Hoy, lamentablemente, quienes pueden ayudar a cambiar este problema viven a golpe de tuit, y no solucionan los problemas del ciudadano. ¿No creen que la Salud, la Educación o la Cultura deberían de ser más prioridades que el Fútbol o el Turismo? Perdón, que todo es cuestión de dinero e imponer criterios.
Mientras, seguiré escuchando “Humo” en cada amanecer por Antequera y soñar que “Ahora que ya no me quiero, que no me conozco, que no me abandona: ¡Abrázame, mi amor te lo ruego, abrázame fuerte por última vez!”. Y pensaré en los que estuvieron, los que están y los que se quedarán cuando me vaya.
Y si algún día me fuera sin poder despedirme, Pau marca lo que diría a mi amor: “Gracias por estar, por tu amistad y tu compañía”; e indudablemente a mi hija: ¡Eres lo mejor que me ha dado la vida!”. Supongo que era la intención del alma de ‘Jarabe de Palo’ al escribir esa letra, dejarle una canción que será leyenda a su amor y a su hija.
Pero antes me vendrá aquella noche del 20 al 21 de agosto de 1998 cuando “te colé en una fiesta” porque “por un beso de ella aunque sólo uno fuera, daría lo que fuera…” y quien la sigue la consigue. Porque como muchos saben, yo soy del “lado oscuro”: “Puede que hayas nacido en la cara buena del mundo; yo nací en la cara mala. Llevo la marca del lado oscuro y no me sonrojo si te digo que te quiero; y que me dejes o te deje, eso ya no me da miedo” en mi profesión del día a día como periodista.
Para finalizar, habrá que dar la vuelta a esta columna que pretende ser homenaje a ese luchador que puso la banda sonora de muchos que luchan contra el cáncer con el sueño de superarla (el que empieza, aunque vaya venciendo, se considerará luchador hasta que muera). Así que seguiré recorriendo las calles y cambiaré tu letra, Pau, para gritar al Cielo: “¡Qué bonito es el amor, más que nunca en Primavera. Que mañana sale el sol por Antequera. Que con el paso del tiempo, el vino se hace bueno, que todo lo que sube, baja, de abajo arriba y de arriba abajo. Depende ¿de qué depende?”. De que consigamos que salga el sol… para todos y para todas las necesidades. Y siempre por Antequera. ¡Gracias por tanto!