En los años finales del siglo XV la orden religiosa de los franciscanos observantes decide emprender las gestiones pertinentes para fundar convento en Antequera. Para ello contaban con el apoyo de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, quienes –mediante una real cédula firmada en Granada el año 1500– autorizaban al Concejo de Antequera la sesión de una gran extensión de suelo, extramuros de la ciudad, en el que poder levantar el nuevo cenobio. Los monarcas, además, aportaban la cantidad de 600.000 maravedíes para una obra que se llevó a cabo entre los años 1503 y 1515.
El estilo general del edificio, fundamentalmente iglesia y claustro, fue de un gótico tardío de progenie toledana, traído a Granada y su zona de influencia por el arquitecto Enrique de Egas. En este sentido la relación del monasterio antequerano con edificios de la época como el Hospital Real o el monasterio de San Jerónimo, ambos en la ciudad de la Alhambra, es más que evidente. En todo caso hay que advertir que las numerosas reformas o refacciones llevadas a cabo en la iglesia y claustro de San Zoilo, en siglos posteriores, desdibujaron bastante el aspecto original del monumento, aunque, por otra parte, lo enriquecieron desde el punto de vista artístico en lo que se refiere al templo.
Expulsados los frailes franciscanos de su convento en 1835, durante el proceso desamortizador, volvería a ser ocupado a partir de 1872 (la escritura notarial de compra se firmó el 6 de enero) por las monjas de las Hermanitas de los Pobres, reutilizándose el edificio como Asilo de ancianos. Un siglo después, en la década de los setenta del siglo pasado, se llegó a un acuerdo entre la comunidad de las Hermanitas y la Caja de Ahorros de Antequera, según el cual la entidad financiera se hacía cargo de la construcción de una nueva Residencia de Ancianos a la salida de la ciudad, frente al recinto de los Dólmenes de Menga y Viera, y a cambio se quedaba con la propiedad de la extensa parcela que ocupaba el Asilo y su huerta. La intención de la Caja de Antequera era construir viviendas en el solar obtenido, pero los nuevos cambios introducidos en la normativa sobre la función de las cajas de ahorros, terminó impidiéndolo. Una década después, en torno a 1984, la Caja de Antequera vendió el solar a la promotora malagueña Byron y Segura, S.A., para construir viviendas, locales comerciales y aparcamientos, teniendo la nueva promoción sendas fachadas a la calle del Obispo y la plaza de San Francisco, lo que generaba un gran vacío interior de uso no definido.
Siendo yo concejal de Cultura y Patrimonio Histórico desde 1983 puse mi máximo interés en este tema, pues ya en 1974, en un artículo de la revista Jábega, había dado a conocer el claustro de San Zoilo como un importante monumento de estilo Reyes Católicos, hasta entonces conocido como “el patio de las Hermanitas”. Por ello, el Ayuntamiento impulsó una nueva negociación del diseño urbanístico de la parcela del antiguo Asilo, planteando la apertura de una amplia plaza pública (Fernández Viagas) y una nueva calle –ésta como continuación de Cristo de los Avisos–, así como la construcción de viviendas, locales y aparcamientos, todo lo cual supuso la mayor operación de suelo en el corazón del casco histórico de la ciudad durante los dos últimos siglos. Este nuevo enfoque afectaba también al edificio conventual del siglo XVI –la actual Biblioteca–, proponiendo la promotora, en un primer momento, la conversión del claustro gótico en una galería de locales comerciales. Naturalmente desde el Ayuntamiento rechazamos esta propuesta desde el inicio de la negociación, pues nos parecía inadmisible que el claustro más antiguo de la provincia de Málaga se dedicase a un uso tan inapropiado. El monumento tendría que ser restaurado y repristinado sin perder en ningún momento su condición de edificio histórico, algo que a la promotora no le resultaba rentable desde ningún punto de vista. Tras una ardua negociación con la propiedad, esta accedió a donar el antiguo claustro al Ayuntamiento, quien se comprometió a buscar la financiación correspondiente para hacer frente a las obras de rehabilitación. Pocas semanas después de aceptada la propuesta, se nos comunicó que el socio capitalista de la operación, un ciudadano norteamericano, quería ser recibido para exponer una petición concreta. Ante la sorpresa de todos, el americano en cuestión solo pedía que se le entregase un diploma en el que quedara constancia de haber donado a la ciudad de Antequera un monasterio del siglo XVI, documento que, convenientemente enmarcado, él pensaba “enseñar a mi amigo Ronald Reagan “, entonces presidente de los Estados Unidos. Y así se hizo.
Otro escollo que presentaba la primera propuesta del proyecto era la construcción de un edifico de cuatro plantas en la parcela que hoy ocupan las oficinas de Mapfre. De haberse aceptado aquel planteamiento hubiesen quedadas ocultas para siempre las espadañas de la iglesia de San Zoilo desde la plaza de San Francisco. Después de nuevas negociaciones la promotora aceptó levantar solo la planta baja y con el compromiso de reconstruir la tapia almenada, como recuerdo de la que en el pasado rodeaba todo el recinto monacal.
Aunque las obras del nuevo Conjunto Residencial –llamado entonces “de San Francisco”- se llevaron a cabo entre los años 1985 y 1987, la rehabilitación del claustro de San Zoilo tuvo que esperar algún tiempo más. Para ello se creó una Escuela-Taller, activa en aquel lugar entre los años 1988 y 1990, que se encargó de sacar a la piedra, eliminando las capas de cal, las arcadas de ambas plantas y las columnas con decoración de bolas en los capiteles de la superior, así como reforzar con ladrillo todo el muro de tapial de la iglesia y llevar a cabo el picado de paredes para un estudio paramental de conjunto.
La reforma a Biblioteca
En el año 2000, siendo yo alcalde desde 1994, se comienza a redactar el proyecto definitivo para la rehabilitación del claustro como Biblioteca Municipal. En octubre de aquel año mantuvimos una reunión en Málaga con la Delegada Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que en aquel momento era Rosa Torres, comprometiéndose ésta a buscar la financiación necesaria. Finalmente, el coste de la obra se asumió a partes iguales entre Unicaja, la Diputación Provincial, la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento. La posterior firma de este convenio hizo posible la Biblioteca, ya que el Ayuntamiento de Antequera en solitario no habría podido financiar una obra de esta envergadura.
En el año 2002 se sacó la ejecución del proyecto a concurso público y se adjudicó a la empresa antequerana Coprobell, S.L. A medida que iba pasando el tiempo la obra de reconstrucción-rehabilitación del viejo claustro estaba tomando la definición apropiada, consolidándose el edificio, recuperándose el espíritu y las formas del antiguo cenobio franciscano y, finalmente, obteniendo un inmueble apto para su nuevo uso como Biblioteca. Para ello hubo que obtener información directa de otras obras similares en cuanto a cronología y estilo, lo que nos llevó a visitar entre otros edificios el Hospital Real y el monasterio de San Jerónimo de Granada y los claustros del convento de Santo Tomás de Ávila.
Aparte de la restauración de las galerías del claustro, del artesonado del antiguo refectorio –hoy sala antequerana “Antonio Parejo”– y de la espadaña de la iglesia, se recuperó la escalera de tipo imperial y la interesantísima hornacina avenerada situada en la pared del descanso de distribución de sendos tramos de subida. Finalmente, los trabajos de rehabilitación del antiguo claustro de San Zoilo concluyeron en 2004, siendo inaugurada oficialmente la nueva Biblioteca el 26 de octubre de aquel año, con la presencia del presidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves.