Luces rojas encendidas. Y no hablo de semáforos. Marea verde que llena los jardines de Picasso en un intento de entender el poco interés que ponen los gobernantes ya sean de acá o de allá, de este signo político o del otro en la educación y en la vuelta a las aulas. Años de olvidos imperdonables suma nuestra profesión que es la de profesores las de maestros, nos excluyen de lo que es importante para un país, para una comunidad para un pueblo, la enseñanza y el desarrollo integral del individuo.
Acciones objetivas ya. No valen las expresiones poéticas contra el coronavirus, ¡qué más quisiera yo! No puede ser que todo se traduzca en más lavado de manos, por cierto ¿conocen la geografía de un colegio? ¿saben, por ejemplo, cuántos lavabos hay para los chicos o chicas en cada planta de una escuela? Pues calculo que haciendo turnos tal vez desde la entrada a la salida del espacio colegio todo nos habremos lavado las manos al menos una vez. Paquete de medidas sanitarias eso es. Creo que se les ha pasado por alto este pequeño detalle.
Sin palabras de barroca existencia seguimos pidiendo lo mismo para nuestros alumnos y para nosotros: reducción de ratio, contratación de más profesorado, habilitación de nuevos espacios y desde luego una mayor inversión en educación.
Está claro que la Administración no ha valorado, no ha sido capaz de reconocer y apoyar el sobreesfuerzo del profesorado en estos últimos tiempos y ya puestos en los anteriores. Motivar al alumnado tras una pantalla es una tarea ardua. La gestión emocional en todos los alumnos es materia que supera la ausencia de las aulas. En Primaria o Infantil la presencialidad es muy necesaria pero desde luego la seguridad lo es más. Así que ¿cuánta ratio de alumnos por abrazos cuando rompen a llorar y hay que darles seguridad y cariño?
No es cuestión de heroísmo y sacrificio por parte de los docentes. Realismo y ayudas que sirvan de verdad. Nada se ha pensado y nada está previsto. Todo está en manos de la improvisación. En fin, como dice un compañero ¿qué puede salir mal?