En estos últimos días los datos de la pandemia se ven eclipsados por lo que pasará en Navidad. Una época, que como todo el año: la salud, la vida, debe ser lo primero. Se avecinan unos días complicados de tomar decisiones, de asumirlas y de respetarlas.
Empezamos subrayando que la vida debe ser lo primero. No solo hoy con esta pandemia, sino en el día a día. ¿Cuántos niños siguen muriendo en el mundo por no tener una vacuna de enfermedades ya superadas en otros países? ¿Cuántas personas viven en la miseria? Habría que preguntarse cómo reaccionamos en estos mismos mecanismos con la defensa de la vida a una persona.
En los próximos días, nos van a decir cuántas personas pueden reunirse en familia en esta Navidad y hasta qué hora pueden estar reunidos. En primer lugar, exponer que como sociedad debemos de estar atentos y colaborar con los organismos públicos para erradicar esta pandemia. Pero lo que no entendemos es que cuando interesa, España es un país; y cuando no, tiene diferentes comunidades autónomas que pueden o no decidir por su cuenta. Es decir, si decide el Estado, las autonomías se quejan de no poder dictaminar qué hacer. Y cuando el Gobierno deja a las autonomías que decidan: ¿es porque les dejan poder decidir o porque no saben qué hacer y le lanzan la piedra sobre su tejado?
Está claro que esta pandemia está azotando a todo el mundo, pero ¿muere más gente por COVID-19 o por el miedo a ir a un Hospital o por otras dolencias: corazón, cáncer, ictus…? ¿Cómo afecta a una persona estar encerrada en su casa meses y ahora no poder estar con los suyos en Navidad?
Nos quedamos con las palabras salidas del corazón de la investigadora Luisa Alcaide: “Limitar el tiempo que se está con otras personas en espacios cerrados, utilizar la mascarilla lo más posible y mantener esa distancia. Una de las cosas que hacemos es que cuanto más tiempo pasamos con alguien más nos relajamos y bajamos la guardia. Entonces a lo mejor podemos disminuir el tiempo de 4 horas de cena a 2, que las mesas se separen un poco y no esté la gente tan junta. Lo ideal sería no ver a nadie, es lo que no tiene ningún riesgo, pero muchas personas no son capaces de hacer eso, es difícil y ciertamente en Navidad es importante pasarlo juntos”.
Cuando los años van pesando y tienes en frente a un abuelo o un padre, ¿no piensa si será la última Navidad junto a ellos? ¿Conoce o tiene a alguien cercano, un hermano, una cuñada, un amigo, al que el destino le llevó a dejarnos antes de tiempo la misma Nochevieja o días después? ¿En estos previsibles casos, no habría que poner “vacunas” y restricciones generales para evitarlas?
Además de afrontar la pandemia, creemos y entendemos que la familia debe ser de lo primero, y no podemos dejar más solos aún a los mayores. Si los pequeños están en clase y las aulas aún no se han cerrado; si en las residencias conviven tantas y tantas personas… ¿no se puede buscar una alternativa en Navidad?
Hay muchos días: el 8 de diciembre, 24 y 25 de diciembre, Nochevieja, 1 de enero, 5 y 6 de enero… fechas para buscar en familia, un consenso para verse, en la distancia y con mascarilla, pero para sentir algo de calor en una sociedad cada vez más fría.
Si al final limitan a seis personas y un toque de queda a las 1, ¡pobres policías que tengan que velar por el cumplimiento de las normas! Que el sentido común impere en las decisiones a tomar estos días. Pero sobre todo el respeto de cada uno, a los suyos y a todos.
Pensemos en los mayores, en los que se irán sin avisar y en las negligencias que podemos producir si no respetamos lo de los grupos burbujas, distancias, mascarillas y todo lo demás. Se decida lo que se decida… será una nueva espada de Damocles.
