Un domingo tenía que ser. Como si hubiera estado en San Agustín hasta última hora, supervisando los tronos, dejando las palmas listas para los niños, rezando a su Señor del Huerto de los Olivos, acariciando con la mirada a la Virgen niña de la Consolación y Esperanza. Y tras cerrar la puerta el sábado por la noche, llegar a casa, dar un beso a su esposa, Remedios Villalón; rezar de nuevo junto a la cama, cerrar los ojos y al abrirlos: ¡ya era domingo de Gloria en su vida! Antequera llora la muerte de don Federico Esteban Vilchez: el corazón de la Semana Santa, de las cofradías de Gloria de la ciudad de Antequera tal y como las conocemos hoy.
«Don Federico descansa ya en paz», compartía esta madrugada el hermano Luis Valero, que con la cita bíblica: «Te basta mi gracia porque mi fuerza se demuestra en la debilidad» II Cor. 12,9, nos hacía ver «la fortaleza de la fe» que siempre ha tenido.
La edad y tantos años de padecer sus cruces, le llevaron a trasladarse con su fiel compañera Remedios, a la Residencia de San Juan de Dios, donde han vivido sus últimos meses de vida, dejando su piso en el Edificio de Bouderé, entre San Sebastián y San Agustín, los dos templos de su vida. Un domingo tenía que ser. Como el de Resurrección, guiando a su Agrupación para cerrar el calendario de procesiones,
Un domingo tenía que ser, como el de todas las festividades de Gloria, que tanto tuvo que ver en recuperarlas. Fue la cruz guía de la Antequera de los años 50 que por medio de Acción Católica, despertaba de sus letargos las cofradías que dejaron de tener culto, o formó parte de las fundaciones de las que no había aún. Como presidente de la Agrupación de Cofradías de Antequera, consiguió la época dorada en torno a 1988, año de la conformación actual de nuestra Semana Santa o de las coronaciones canónicas de Socorro y Paz; la recuperación de la última cofradía de gloria que quedaba por volver a salir: la de Santa Eufemia; o aquella verbena benéfica en la Plaza de Toros para conseguir unas nuevas andas para la Virgen de los Remedios.
La Cofradía de la Pollinica fue su debilidad, donde lo fue todo: hermanaco, hermano mayor de trono, hermano mayor y hermano mayor honorario junto a su esposa, nombrados en 1997 por su amor a ellos. Y qué decir de San Agustín, donde en 1998, pregonó la Semana Santa de Antequera. Tierra a la que amaba con pasión, como demostró e su último acto público el 7 de marzo de 2020 en el III Vía Crucis de Pregoneros de Semana Santa, días antes del inicio que padecemos por la pandemia.
Un caballero cristiano que debe ser el referente de las nuevas generaciones de cofrades
Nació en Antequera el 8 de marzo de 1935, casado con Remedios Villalón, fue empleado de blanca y cofrade de Antequera. Cofrade desde 1956, año en el que fue hermanaco de la Virgen de la Consolación y Esperanza en su primera salida procesional.
En 1960, fue nombrado hermano mayor de trono del Señor Orando en el Huerto de los Olivos, de la Cofradía de la Pollinica a la que siempre estuvo ligado y empezó en 1971 su etapa como hermano mayor hasta 1996.
En cuanto a la Agrupación de Cofradías, en 1971 forma parte del equipo reorganizador de la misma junto a Antonio García Cabello. Órgano del que fue presidente desde 1982 hasta 1991.
Entre muchas acciones que realizó, el I Congreso de Cofradías y Hermandades de Andalucía en 1985, celebrado en el Teatro Torcal, contando con la presidencia del arzobispo de Sevilla Amigo Vallejo, del obispo de Málaga Ramón Buxarrais y del director general de Bellas Artes de la Junta de Andalucía, Bartolomé Ruiz.
Con ese motivo, organizó una de las exposiciones del patrimonio cofrade local más destacadas que se recuerdan. Fue uno de los actos donde comenzamos a conocer a Francisco González Díaz, malagueño, pregonero de nuestra Semana Santa y uno de los grande amigos de Federico.
Entre las cofradías y procesiones que consiguió recuperar: la del Señor Resucitado, la Cofradía de la Soledad y la de Santa Eufemia, así como se volcó con todas las demás. Fue pregonero de la Semana Santa de Antequera en 1998, en la iglesia de San Agustín.
El 14 de diciembre de 2014, Antequera le rinde un homenaje en una misa de acción de gracias en San Agustín. En ella, el arcipreste Antonio Fernández lo definió como un caballero, cristiano y cofrade. Pidió a todos los jóvenes de hoy que además de saber el nombre y autor de las imágenes, palios y marchas procesionales, conocieran en profundidad a las personas que tanto han dado a la ciudad, como es el caso de don Federico.
La Agrupación, presidida entonces por Francisco Ruiz, le realizó un almuerzo-homenaje donde se le entregó una reproducción del monumento a la Semana Santa. en su vida, ha sido presentador de carteles y pregones, así como participó en los tres Vía Crucis de Pregoneros de Semana Santa, promovidos por El Sol de Antequera en los años 2000, 2010 y 2020, precisamente su último acto público fue el 7 de marzo de 2020 en la iglesia de Santa María de Jesús, días antes de padecer esta pandemia.
Agradecimiento de Federico Esteban en el III Vía Crucis de Pregoneros de Semana Santa
Antes de empezar a rezar en el Vía Crucis, sacó fuerza de su alma, don Federico Esteban Vilchez, personaje vital e histórico de nuestras cofradías en la segunda mitad del siglo XX, quien compartió su agradecimiento por estar allí y profundizó que un cofrade es ante todo, cristiano. Exaltó el papel de las cofradías y pidió a todos sus componentes que tengan presentes al Señor y a la Virgen y que sea ejemplo vivo de la Iglesia.
“Bienvenidos a esta reunión, no diría antigua, sino de ayer porque hoy es el día grande para todos los que hemos participado anteriormente en los Vía Crucis de la Agrupación de Cofradías de Antequera que, independientemente de ser Agrupación, recogen con un gran mérito, estilo y fervor cristiano lo que supone para nosotros pertenecer a las cofradías de Antequera que tanto han hecho, harán y seguirán haciendo a través de los tiempos por la ciudad, sus habitantes, sus personajes y por todos aquellos que lo necesiten”.
Saludó a las autoridades y cofrades “que hoy se encuentran con nosotros en este acto para felicitarles por el trabajo, que no es que sea duro, pero hay que trabajar, luchar, estar en ello y yo invito a todos a que sigáis este camino que es el camino que nos lleva al más allá y el más allá digamos lo que digamos y pensemos lo que pensemos no está muy lejos, está detrás de la puerta, pero nosotros con nuestro coraje, sentimiento, deseos y manera de ser tenemos que seguir llevándolo y así será.Hoy nos reunimos nuevamente para celebrar el Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús que por supuesto lo llevamos dentro desde hace muchos años”.
Quiso dirigir unas palabras “en recuerdo de un gran amigo y compañero, Ángel Guerrero, un hombre que participó, trabajó y luchó con nosotros a mano partida para que este acto del Vía Crucis de los pregoneros, pregoneros, pregoneros, permitidme que lo diga tres veces porque hacer un pregón de Semana Santa de la ciudad de Antequera ya de por sí es un honor, en cualquier otro sitio lo sería, pero aquí en Antequera, es un honor no sólo para la persona que lo hace, sino para aquellos múltiples cofrades a los cuales felicito por supuesto porque sin ellos nada podríamos hacer”.
Estos cofrades que tanto ayudan y que tanto se arropan y “que espero sinceramente continúen en esta labor puedan seguir trabajando, luchando y sobre todo una cosa importante bajo mi punto de vista que también es el de todas aquellas personas que trabajan en pro de la religión, de la Semana Mayor, en este caso en Antequera que bien tiene demostrado durante muchos años que no se puede estar sin tener una conexión con el de más arriba que es el que nos lleva y nos trata”.
Emoción por sus palabras, un día antes de cumplir 85 años, que dio pie al inicio de las estaciones, que fueron expuestas entre los dos sacerdotes y a continuación, profundizadas por cada pregonero presente.
Un domingo ha tenido que ser, el día en el que se vaya al Cielo, con 85 años, donde estamos seguros que nada más entrar, lo recibieron con palmas y se propuso en organizar los actos de fe y procesiones de los que llevamos un año sin celebrar. Descanse un antequerano predilecto, un caballero, un cristiano, un cofrade, un esposo, un amigo, un hombre del Señor.
Recogemos de su Pregón, varios fragmentos donde comparte su amor por Antequera, su agradecimiento a los cofrades y su fe:
«Y yo te pediría ¡Señor!, al ser hoy tu pregonero,
ser campana para lanzar al viento
el cántico de mi atrevimiento,
saeta para hacerlo llegar certero
al corazón del cofrade venidero,
y cirio que, iluminándole por dentro,
haga que tu amor lo acerque a este mundo nuestro».
…
«Antequera, Antequera,
Haz de luz y sombra en la noche cerrada,
se convierte en espectro fantástico
que danza con zumbido de viento en oleada,
sobre los tejados y calles de la ciudad adormilada.
Juega con las torres y espadañas de la arquitectura
que monumental el alarife tallara,
dejando miles de reflejos de cimitarra
como si de brillante metal se tratara.
Huyendo despavorido cuando apunta el amanecer
deslumbrado por el sol que anuncia,
aún antes de aparecer,
la venida de un nuevo día sobre la ciudad de nuestro querer,
¡Antequera!, siempre en ti quiero permanecer».
…
«El pregonero a todas las esquinas quiere salir,
Carrera, San Pedro, Lucena, Cantareros, plaza de San Agustín,
Diego Ponce, Infante, Encarnación, Vega, Viento y Zacatín,
Caldereros, Cuesta de la Paz, Portichuelo, Laguna y Albaicín,
Río, Plaza del Carmen, Porterías, Belén y hasta el Cerro de San Joaquín,
para decir que la Semana Santa, ¡ya está aquí!,
y que pronto sus Cofradías, con orden y puntualidad,
darán testimonio de fe con recogimiento y religiosidad».
…
«Cornetas lanzan al viento los estruendos de su sonido
que anuncian el acercamiento de un Cristo jamás vencido,
y delante de ÉL, caminando con cirios, capirotes blancos,
rojos, azules, negros o morados, iniestos y puntiagudos,
avanzan por las calles encubriendo el motivo de descalzos penitentes,
ofrenda de arrepentidos. ¡Dios mío!, tú que en la Cruz eres imagen de lo invencido,
tú que siendo el poderoso te ves muerto y encarnecido,
¡Límpiame de mis pecados! ¡Hazme penitente contrito!,
que perdonado, ¡quiere acompañarte en tu camino!».