Me gusta siempre, relacionar las tradiciones orales, de tipo literario o de costumbres, con las festividades o celebraciones de los pueblos, en los que he recopilado el material. Precisamente, dentro de unos días, comienza el mes de febrero, en el que, concretamente en los tres primeros días, se celebraban, en Granada y provincia, prácticamente en toda Andalucía, tres fiestas con unas peculiaridades curiosas y que hoy sólo quedan algunos restos religiosos. El origen de estas fiestas, posiblemente esté, como lo demostraré después, en las Lupercales o Lupercalias romanas.
Creo que la desaparición de estas fiestas y el hecho de haber dejado este mes sin celebración alguna, fue la causa o motivo por el cual se creó “El Día de los enamorados”, invento de los grandes almacenes comerciales, para vender algo en un mes poco propicio para las ventas. Tontos de nosotros que hemos caído en esa farsa, porque el día de los enamorados debe ser siempre y no un solo día y en un mes concreto. Llevo años diciéndolo: ¿Qué pasaría si nadie hiciese caso de ese día? Sé que me estoy echando encima a todos los comercios y a la hostelería en general. Para compensarlos, yo propongo comprar algún detalle al día 15 y cenar o comer a partir del siguiente día. Así demostraremos que estamos enamorados, pero que no tenemos que celebrarlo el día que ellos, los grandes almacenes y la hostelería, quieran. A ver si logro que me hagáis caso.
En Alhama de Granada se solía oír en estos días, esta copla de columpio:
“Ya viene la Candelaria,
san Cecilio y san Blas;
san Cecilio y san Blas.
Ya vienen estos tres días
para cantar y bailar,
para cantar y bailar”.
No cabe duda de que le necesidad de la rima en la copla ha variado el orden cronológico de estas festividades, ya que sería san Cecilio, el día uno, la Candelaria, el día dos y san Blas, el día tres, de acuerdo con el calendario litúrgico.
Día de san Cecilio
Tuve la oportunidad de estar dos años en la Abadía del Sacromonte, cursos 1965-66 y 66-67,cuando estudiaba Filología Románica en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada y pude disfrutar de las fiestas que se celebraban en el Sacromonte, durante la festividad del patrón de Granada, san Cecilio. Aunque ya no era día festivo, se aplazó al domingo siguiente, nunca dejó de ser visitada la abadía del Sacromonte en este día y siempre fue una gran romería, de toda Granada el domingo siguiente. El día uno, se solía celebrar una procesión que salía de la Parroquia de San Cecilio, situada en el famoso Campo del Príncipe, organizada por el Hermandad de los Favores; hay que tener en cuenta que en el centro de la plaza hay un monumento en honor del Cristo de los Favores, y recorría todo el barrio, uno de los más pintorescos de Granada. Luego, en el domingo siguiente, se organizaba la romería al Sacromonte.
Un poco de historia para poder comprender estas costumbres y fiestas, recogida en el manuscrito “Pasionario de Cardeña” y “Códice Emilianense”, ambos del siglo X: “San Cecilio, discípulo de Santiago, fue enviado junto con Isio y Tesifón por el mismísimo san Pedro para evangelizar Hispania. Fue obispo de la diócesis de Ilíberis, uno de los siete varones apostólicos y desde el siglo XVI patrono de Granada. Sus discípulos escribieron su historia en unas láminas de plomo y las escondieron entre dos piedras, una blanca y otra negra y las arrojaron al Darro. Fueron encontradas en el año 1595 y se enviaron a Roma. Posteriormente, se construye la Abadía del Sacromonte, por el obispo Pedro de Castro. En dicha Abadía, se encuentran sus cenizas, en el antes llamado Monte de Valparaíso y hoy Sacromonte. Allí estaban, hasta que fueron enviados a Roma, para su estudio los llamados Libros Plúmbeos, que hoy sabemos que fue un intento de los moriscos para evitar ser expulsados de Granada, cosa que no consiguieron”.
Durante la romería, las personas visitaban las catacumbas en las que se encontraban los restos del santo, se celebraba una misa solemne en la abadía y luego se reunían en la explanada comiendo habas con bacalao, saladillas y la famosa tortilla del Sacromonte, costumbre que está ya documentada en el siglo XVI. Las mozas solían cumplir con una tradición: Tocaban la piedra blanca, si querían casarse, ya que la negra vaticinaba lo contrario.
El resto del día, lo dedicaban a bailar el famoso “Baile de la Reja” que todos los mayores hemos cantado y bailado en alguna que otra ocasión.
“Niña, asómate a la reja,
que te tengo que decir:
un recaíto a la oreja.
El recaíto consiste e
n que no te quiero ni ver
y el beso que tú me diste
te lo vengo a devolver.
Estribillo:
Dale que dale que dale,
toma que toma que toma,
que tengo una novia que vale,
más que la fuente de Roma.
Quiero vivir en Granada,
solamente para oír,
las campañas de la Vela,
cuando me voy a dormir.
Ese sonido que tiene,
que me hace recordar,
cuando Boabdil la dejaba
y de pena se echó a llorar.
Estribillo.
La Virgen de las Angustias,
cuando sale en procesión,
en su plegaria le dicen
que no le falte la paz,
y que en su regazo no olvide
a su querida Graná”.
Estribillo.
Tras el baile, la buena comida y mucha diversión la romería volvía a Granada por el camino del Sacromonte, parando en las Cuevas a tomar las últimas copas.
La fiesta de la Candelaria
El día 2 de febrero, solía ser festivo antes, ya que se celebraba el Día de la Purificación de María, conocida también como Fiesta de la Presentación del Señor, Fiesta de la Luz, Fiesta de las Candelas o la Candelaria. Se ha relacionado esta fiesta, junto con el Carnaval, con las Lupercales o Lupercalias romanas que se celebraban antes de las Idus de marzo y cuyo nombre estaba relacionado con Lupus, lobo, que representaba al dios Fauno. La loba Luparca, fue la que amamantó a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma y entre las raíces de una higuera, según la leyenda, se encontró una cesta con los dos niños. Se solían hacer fiestas en su honor, hasta que el papa Gelasio I las suprimió. De esta leyenda, de los gemelos fundadores de Roma, posiblemente nos haya quedado la costumbre de presentar en el templo a los niños nacidos durante el año anterior.
Tras esta presentación, en muchas poblaciones de nuestra Andalucía, se iban al campo y se hacían columpios en las ramas de los árboles, columpios que quedaban en las ramas para el resto del año. Una niña se sentaba en el columpio y otra o un chico la mecía, mientras los demás cantaban muchas estrofas de bailes, propias de cada población. La mayoría de estas coplas de “meceeros” o de columpio, ya las he publicado antes en este semanario. Uno de los estribillos de esas coplas era, en Alhama de Granada, ese con el que empezaba el artículo y al que se podrían añadir cuantas estrofas hemos publicado ya. Valga, como recuerdo y ejemplo, esta tan típica y que la ha divulgado, cantándola y editándola, el grupo granadino Lombarda:
“La niña que se mece
y no le gritan,
es porque tiene gordas
las pantorrillas.
Las pantorrillas,
la niña que se mece
y no le chillan”.
Día de san Blas
¿Quién no guarda aún la sana costumbre de comer rosquillas el día de san Blas, que se celebra el 3 de febrero en Occidente y el día 11 del mismo mes en Oriente?
Expliquemos el porqué de esta costumbre: San Blas era médico y obispo de Sebaste, Armenia, hoy, Silvas, Turquía. Vivió como eremita en el monte Argeus, convertido en sede episcopal. Murió en las persecuciones a los cristianos ordenadas por el emperador Licio en el siglo IV. Su devoción se extendió por todo Oriente y Occidente y es patrón de naciones y de infinidad de pueblos de España. Muchas iglesias, repartidas por el mundo entero, están bajo su advocación y, como ejemplo, consta que sólo en Roma, tenía bajo su advocación hasta 35 iglesias. Fue uno de los catorce “santos auxiliares” de la Iglesia Católica y de los “santos anárgiros” de la Iglesia Ortodoxa.
Es el Patrón de las enfermedades de garganta y de los otorrinolaringólogos, porque, según una leyenda, salvó a un niño cuando se había atragantado con una espina de pescado.
También es Patrón de Dubrovnik, Croacia, y su fiesta es Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, desde 2009.
En nuestro país, su devoción sigue siendo muy importante y son muchas las poblaciones en las que se venera. Muestra de que ha tenido gran importancia a lo largo de la historia, es el refranero que recoge algunos refranes, como éstos:
“Por San Blas, la cigüeña verás y, si no las vieres, año de nieves”.
“San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito”.
“Por San Blas, hora y media más”.
También se rezaba esta oración: “Por la intercesión de San Blas, te preserve Dios del mal de garganta y de cualquier otro mal”, porque el santo solía curar a las personas y a los animales que se presentaban a la cueva en donde estaba, y que, curiosamente, según la tradición, no le molestaban si estaba rezando. Allí le detuvieron y asesinaron en la persecución citada.
Podríamos citar infinidad de pueblos de España en los que esta fiesta se celebra, creo que no habrá ninguno que no la celebre, y casi todos con la misma tradición: los vecinos solían llevar cestas con rosquillas de pan, atadas con lazos o cordones de distintos colores, según aparece en las iconografías del santo en muchas iglesias, atadas con una medallita y que durante el año las solían llevar en la garganta, porque, tras comerse la rosquilla, el lazo y la medallita, bendecidos por el sacerdote tras la misa, les protegía de las enfermedades de la garganta.
Volviendo a la copla del inicio, en algunas poblaciones de Andalucía, concretamente en Benaocaz, Cádiz, le tiene dedicado una ermita a su santo patrón san Blas, durante la procesión le presentan chacina del pueblo que luego las reparten entre sus vecinos y, a la vez, van bailando al santo y ellos cantando piezas del folklore tradicional, como “La Ferigonza”(Jerigonza, Jeringoza o Jeringonza en otras poblaciones) y “El Abandolao”. Eran coplas de carácter satírico y burlesco, más profanas que religiosas:
“Ahora sí que la doña Juana
ella hilaba
y devanaba
y bebía vino
y le daba la sopita al niño
y dale un cedazo
y dale un abrazo
y no le des
que le gusta mucho
a esa mujer
saltar y brincar
y andar por el aire
esta es la Jerigonza del fraile,
con su Jerigonza
por lo bien que lo baila la moza
y déjala sola solita y sola
sola bailando
que a la niña le gusta el fandango
y salga usted,
y salga usted
que la quiero
ver saltar y bailar
y andar por el aire”.
Muy parecidas a las que en otras poblaciones de nuestra Andalucía, se solían cantar en multitud de poblaciones:
“La señorita Laura,
como es tan fatal;
los perros y los gatos
la llevan a enterrar.
Su padre toca el bombo,
su madre los platillos
y el pobre de su hermano
le canta un fandanguillo”.
Y que cuando querían sacar a bailar a otra moza, la invitaban así:
“Salga, usted,
salga, usted,
que la queremos ver,
saltar y bailar,
andar por el aire.
¡Que lo baile,
que lo baile
y, si no lo baila,
cuatro pesetas vale!”.
Como he podido demostrar, el canto y el baile era común en estos tres días primeros del mes de febrero, dándole la razón así a la copla inicial de esta artículo.