Me han sorprendido mucho las palabras del concejal socialista, Francisco Morente, lo tengo por una persona de consenso, poco dada a la polémica y descalificaciones. Así que cuando leo “mamarrachadas” calificando las obras que se están realizando en el patrimonio histórico artístico, me ha producido tristeza, aumentada, cuando continúa su visión de Antequera ”caminamos hacia una ciudad hortera de cartón piedra”.
Desconozco las verdaderas razones que le hacen expresarse en esos términos, deben haber más profundidad que la que se extrae leyendo su comunicado. Su manifiesta preocupación debe ser evidente, al menos, así se deduce por la seriedad con la que aparece en la fotografía teniendo a sus espaldas el Museo.
Y estando totalmente de acuerdo en reivindicar la figura de Jesús Romero, hay que tener bien presente que los tiempos no son los mismos. Hubo unos años que todo el dinero, cantidades que mareaban, vinieron para embellecer esta ciudad con unos resultados que saltan a la vista de todos. Pero tampoco se debe olvidar que todo fue a parar en la misma dirección, porque víviamos unos tiempos boyantes y las necesidades de la población eran ínfimas si las comparamos con las de hoy.
Por aquel entonces, la fachada lateral de la Trinidad, estaba tan deteriorada como la vemos cada día, y las razones por las que no hubo acuerdo para acometer las obras, se han perdido en el camino del tiempo. A todos los antequeranos, creyentes o no, les encantaría que formara parte del olvido ese lateral decrépito, que afea tanto el entorno y estuviera más en concordancia con su bella fachada. El momento es delicado, las prioridades numerosas y aunque aparente no aguantar más, seguirá en pie, desafiando al tiempo.
Y el día menos pensado, cuando la Junta, que lleva dos años con un trabajo casi inasumible, y haya podido llegar a todos los problemas de las personas, pueda encontrar, medios y tiempo, para ocuparse de las cosas. Seguro que veremos remodelada esa fachada que tanto nos preocupa. No va a necesitar cuarenta años de gobierno autonómico para dejarla como está.
