Cada generación tiene su Jesús de Nazaret cinematográfico. A modo particular, mi versión cinematográfica preferida sobre la vida y pasión del nazareno es “La historia más grande jamás contada” de George Stevens (1965). Su fuerza plástica me parece brutal. Pero irremediablemente cuando pienso en Jesús, se me viene a la mente la imagen de Robert Powell, interpretando a Jesús de Nazaret. La versión de 1977, dirigida por Franco Zeffirelli corresponde a la de mi generación. Aún recuerdo su visionado en el Cine Ideal de Antequera. Bueno, sus dos visionados. Recuerden que la filmación se concibió como una miniserie de televisión de seis horas y pico, proyectándose en algunos países en salas de cine, pero en dos partes. Recuerdo ir en vísperas de Navidad al cine para la primera parte, y volver en vísperas de Semana Santa, para ver la segunda parte que narra la pasión de Jesús. En mí, dejo imágenes imborrables.
Zeffirelli compuso una versión directa, con planos cercanos en su gran mayoría, donde el elenco interpretativo (Powell, Christopher Plummer, Claudia Cardinale, Laurence Oliver, Anthony Quinn, Isabel Mestres, Rod Steiger, James Manson…) se luce en una historia filmada con sensibilidad. Una sensibilidad visual que quizás solo en aquel instante era capaz Zeffirelli.
El guión, centrado en los cuatro evangelios, fue concebido por dos grandes de la escritura, Anthony Burguess (siempre he creído que este trabajo fue su redención por su novela “La naranja mecánica» de 1962, cuya adaptación fue realizada por Kubrick), y Susso Cecchi D’Amico, la gran dama del cine italiano (sus guiones ayudaron a desarrollar el famoso neorrealismo italiano). La conjunción de todos estos artistas dieron como fruto una de las obras televisivas más sensibles y cargadas de simbolismo de la historia.
Hoy en día se sigue emitiendo. Incluso en algunos países es tradición su emisión en Semana Santa. En la conciencia de los espectadores siempre nos quedará la mirada de Robert Powell (directa al espectador) bajo los compases de la genial música del maestro Maurice Jarre. Y en especial, un momento. El contraluz de Jesús con la corona de espinas, tambaleándose en un pasmoso y dolorido andar hacia la figura de Pilatos, tras una brutal tortura. Silencio y reflexión de Zeffirelli por todos nosotros.