Disfrutando muchos, muchas y muches de las vacaciones, volvemos a achicharrarnos por las olas de calor y el terral malagueño que no dejan tiempo para dormir. Por aquello de que las desgracias no vienen solas, el calor ha llegado cubierto de noticias, más bien de chorradas y bobadas de gente inepta, de saltimbanquis como es el ministro Garzón.
Desconozco quien pueda ser el asesor del ministro, pero si la listeza se acepta como el que te sigan y las noticias repitan cuanto has dicho, entonces el asesor de Alberto Garzón es un tipo listo. El ministro de Consumo vuelve a la palestra y de igual forma que cargó contra el turismo, lo hace ahora contra el sector de los cárnicos. Se queda tan ancho diciendo que hay que reducir el consumo de carne en España y no se avergüenza. Una y otra vez, y perdemos la cuenta, tenemos que reconocer que estamos en manos de ineptos, de gente que no se han batido el cobre, pero que sabe que la sociedad habla de ellos, no por lo que aportan, sino porque son capaces de incendiar las redes y quemar, en este caso, a los ganaderos.
Hay que ver la noticia de la localidad cántabra de Serdio para saber que ahí es donde tenía que haber estado el ministro Garzón, defendiendo a los ganaderos que pueden ver peligrar su dedicación al ganado por el derribo de un puente en mal estado. El titular de Pedro Sánchez desautorizando a Garzón y diciendo que prefiere un buen chuletón debería haberlo acompañado del cese fulminante de su cargo de ministro. Con el sueldo de Garzón (que a buen seguro no da un puñetero palo al agua) habría para construir muchos puentes y hacer muchos eslóganes en favor del consumo de nuestra carne en sus más diversas denominaciones de origen.
Vuelvo a decirlo: España es un país único, con muy buena gente, con grandes científicos y hombres y mujeres de letras pero quienes nos gobiernan deben ser depurados. Ni lo merece España, ni nos lo merecemos. Pero no reaccionamos. Basta con ver en Waterloo a unos golpistas que se reúnen con un “refugiado” para ver como vuelven a incendiar Cataluña en contra de España a la que señalan una y otra vez como el causante de todos sus males. No se puede ser más ruin.
Lo anterior no importa. La selección española ha conseguido llegar a semifinales y por unos días ha hecho que los españoles besen y amen su bandera. Juan Carlos I, donde esté, seguro que se secó las lágrimas de impotencia en ella y al final habrá sentido su país más cercano que el resto de los mortales. ¡Disfruten del verano!