Contaba el gran teólogo Karl Rhaner que un día se le acercó una joven y le dijo: “Si la Virgen es realmente lo que dicen de ella, entonces no me puede ayudar. Yo no soy más que una mujer, y ella parece suspendida entre el cielo y la tierra: no es una diosa, pero tampoco una mujer.”
Ante eso ¿qué significa la Fiesta de hoy? La Asunción tiene como dos actos: uno que se llama la “dormición de la Virgen”: la muerte o tránsito de María. Una antiquísima tradición afirma que los apóstoles estaban presentes en el momento de la muerte o dormición de María.
Y el otro, lo que afirma nuestra fe: “que la Inmaculada Madre de Dios, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
La pregunta entonces es ¿qué quiere decir Asunta en cuerpo y alma? En la antropología bíblica el cuerpo es mucho más que los miembros, células y órganos bioquímicos. El cuerpo es nuestro yo humano, el yo que atraviesa cada existencia y con el que establecemos relaciones con los demás, con la creación y con Dios.
Sin el cuerpo, ese yo humano, quedaríamos en la inexpresión y mudez más absoluta. El cuerpo es lo que hace posible nuestro mundo relacional, lo que hace posible el amor y la amistad, lo que convierte la vida en lo que es. Si no fuéramos ese yo, no seríamos humanos.
La Asunción de María en cuerpo y alma significa que la manera de relacionarse de María, es decir, cómo oía, amaba y sufría, todo eso y toda ella está ya en Dios; toda ella es ya totalmente dichosa.
Y porque María es Asunta en cuerpo y alma, nos entiende. No permanece suspendida entre cielo y tierra, como afirmaba aquella joven a Karl Rhaner. Ella ha llegado y nos espera como sólo las madres saben esperar.
Por lo que nosotros nos alegramos y cantamos con María la Nos alegramos, porque es mucho lo que debemos a María. Le debemos, nada menos que la encarnación, que Dios, siendo Dios, tomase cuerpo en ella y se hiciera hombre por nosotros.
Gracias María en tu Asunción. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Amén.