He tenido la enorme suerte de ser invitada junto con mis compañeros colaboradores de “El Sol” al Museo de los Dólmenes. Impresiona el edificio, bien pensado, estructurado, donde la sensación de espacio e inmensidad se prolonga más allá de sus muros. A través de bellos cristales transparentes, que acercan los Dólmenes a la modernidad hasta fundirlos en un abrazo, hemos imaginado el pasado de estos pobladores, su gran aportación a la arquitectura, y en el centro el sol , principal estrella, que da luz en el caminar de la vida y que se hace prescindible en la muerte.
Largas explicaciones documentadas al mínimo detalle. Don Bartolomé, excepcional guía, abrió su interior comenzando por una cálida acogida y mostrándonos todo el conocimiento que ha ido almacenando a lo largo de los años desde que era niño, y con doce años tuvo la oportunidad de ver los Dólmenes. No ha parado de investigar, conocer, ponerse en contacto con quienes podían aportar algún conocimiento; todo ello le ha llevado a conseguir el milagro de reunir cuanto hay escrito sobre la materia.
Probablemente su día más feliz fue en julio del 2016 cuando declararon al conjunto Patrimonio de la Humanidad. Al hablar de ese día, se le asoma a los ojos una sonrisa de satisfacción de ver que tanto esfuerzo cómo le ha llevado a cabo a lo largo de su vida, merece recompensa. Y está su obra casi concluida, pendiente de algunos detalles y un mobiliario tan elegante y sobrio como el edificio. Sin parar de cavilar dónde colocar un detalle, una escultura, un letrero, que ha perdido frescura por el paso del tiempo y ahora preside una sala sabiendo que todas las miradas convergen en él. Tres horas que se convirtieron en una auténtica delicia.
La tarde se completó con dos parejas amigas venezolanas de Antonio Alcaide. Es agradable oír sus maneras de hablar con cadencias suaves, sin mostrar la más mínima alteración, aún cuando no tienen la suerte de cara. En momentos de la conversación, una de las señoras, dijo pertenecer al 5 por ciento de los venezolanos que tienen las necesidades cubiertas en su país. “En otro tiempo fue lindo Venezuela”. Una buena reflexión que junto con la visita, tan amena e instruida, no dejó a nadie indiferente.