Con el paso de los años y la venida de nuevas costumbres, este fin de semana parece más de Halloween que de Todos los Santos. Quizá tal vez por la pandemia que suspendió toda fiesta impuesta por las películas, series y difusión norteamericana.
Dejando a un lado la diferencia y el origen, que muy bien expone el catedrático Juan Benítez en la entrevista que le realiza Daniel Herrera, algo está pasando. Como en otras ocasiones, más que estar de acuerdo con su fin y objeto, se tiene en este día un día de poder disfrazarse, de jugar, de divertirse, de salir de lo cotidiano.
Y, claro, si están los niños en medio, más éxito aún. Se suman los hermanos, los padres, los tíos, los abuelos para ver cómo se disfrazan y nos asustan sin truco ni trato. Tras el complicado año 2020, los pequeños y los jóvenes buscan formar de desquitarse, y Halloween es una de ellas.
Otra cosa es que la fiesta de los Santos y Difuntos, se abandone, se deje como antigua y se olvide el recuerdo de quienes nos precedieron. Quizá ahí es donde se tendría que fomentar el transmitir de padres a hijos, de personas mayores a menores.
Bécquer, en una de sus rimas nos decía:
Los suspiros
son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua
y van al mar.
Dime, mujer,
cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
En su obra se puede navegar en un mundo donde la vida y la muerte marcan sus páginas.
De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.
Dando un salto en el tiempo, la película “Coco” es una de las recomendaciones para ver en casa estos días. En ella se valora lo importante del recuerdo porque como nos dicen los sacerdotes al despedir a un ser queridos: ellos mueren realmente cuando se olvidan.
Así que cuando vayan al Cementerio, a los columbarios o al lugar donde recuerde a esa persona que se fue, cierre los ojos y sienta la letra aludida de la película:
Recuérdame hoy
me tengo que ir mi amor
Recuérdame,
no llores por favor.
Te llevo en mi corazón
y cerca me tendrás.
A solas yo te cantaré
soñando en regresar.
Son diferentes formas de pasar estos días, junto a la familia, los mayores, escuchando historias de ayer, compartiendo unos buñuelos, huesos de santo o ese postre de la abuela que como el de ella… ninguno.
Aprovechemos cada momento porque no sabemos cuál será el último ni conocemos si nos recordarán al irnos de este mundo.