Las reclamaciones no dan abasto. Los bufetes de abogados han tenido que ampliar los horarios. El tecleo de los ordenadores es continúo, constante, lo mismo que el teléfono. Faltan manos para poder seguir el ritmo descontrolado que, desde hace algunas horas, exactamente cuando el Constitucional se pronunció en contra de las plusvalías, imperan en los despachos. Nadie quiere quedarse atrás, ni esperar un solo día. Los vendedores de viviendas, buscan con desespero a los expertos que peleen por sus derechos: devolución de un impuesto, en la mayoría de los casos, abusivo.
De momento, se les acaba a los ayuntamientos una pasta gansa considerable. Y mira por dónde, todos sus portavoces han protestado. Los de un color y otro, unas ideas y sus contrarias. Un alianza conjunta de sus munícipes. Es difícil, incluso buscando muy atrás en las hemerotecas, que haya habido un acuerdo tan homogéneo como el que estamos viendo. El objetivo: no perder de vista el dinero, protagonista principal, muy por encima de cualquier otro.
Los ayuntamientos tendrán que hacer carambolas. En el nuestro, el de la ciudad de Antequera, que suele obrar con mucha cautela en los temas económicos, la anunciada bajada del IBI que la oposición considera “insuficiente y propagandística”, es una pequeña señal de alarma en la recaudación, a la que se sumarán las plusvalías por cobrar y las que tendrán que devolver, según ley.
En pocos días, veremos como comienzan el desfile de alcaldes, cuidando sus apariciones, evitando la confrontación, enumerando repetidamente los logros y haciendo uso de destreza y amabilidad; mientras se resuelve la manera de no menguar los ingresos. Actúan como si las elecciones estuvieran cerca. Hasta que se vislumbre en el horizonte otra manera de cobrar impuestos, los ayuntamientos tendrán que enderezar sus cuentas. Trabajo no les va a faltar.